Es habitual escuchar en estos días, feroces críticas a la actuación alemana, y más concretamente a su canciller. Se la califica de egoísta, con poca visión europea y de largo plazo, y con un bajo nivel de liderazgo. Nunca he estado de acuerdo con estas críticas, y en diversos foros económicos he expuesto mi opinión al respecto. Pero la mejor defensa que he leído y escuchado en los últimos meses de la canciller alemana, la ha realizado el analista de FT, Gideon Rachman. Leyendo su artículo creo que comprenderán mejor la actuación de Angela Merkel en la actual crisis económica, y creo que los detractores serían menos beligerantes y más comprensibles con sus reticencias a adoptar las medidas que se la exigen. Veamos que dice Gideon Rachman:
“Cuando ella entra en la habitación, todo el mundo se calla. Es como cuando entra la directora”. Afirma un político de alto rango sobre el impacto que Angela Merkel tiene cuando entra a las reuniones regulares de los líderes conservadores de toda Europa.
Los escalofríos provocados por la canciller alemana, son fáciles de entender. Sus colegas saben que el destino del euro - y de la Unión Europea en su conjunto - depende ahora de las decisiones tomadas por el gobierno alemán. Muchos critican a Merkel por su falta de imaginación, de calidez y de generosidad - por ser demasiado lenta y cautelosa también. La canciller está aún bajo los ataques de los proeuropeos de su propia casa. Helmut Kohl, su mentor y el hombre que llevó a Alemania al euro, se quejó recientemente de que no tenía sentido “el lugar donde Alemania se encuentra hoy en día, y hacia dónde se dirige”.
Lo tónica general de todas estas críticas es clara. ¿Por qué no está Merkel a la altura de su promesa de hacer “lo que sea necesario” para salvar el euro? ¿Por qué no se pone en cabeza de la crisis, utilizando todo el poder financiero que tiene Alemania para este fin? ¿Por qué no puede ver que los eurobonos - una puesta en común del riesgo crediticio de toda la UE - son la respuesta? Europa necesita un líder y en su lugar tiene un ama de casa.
Pero en lugar de arremeter contra la canciller, el resto de Europa debería estar agradecida de que tienen un líder tranquilo y prudente en Berlín. Visionarios audaces como la el Sr. Kohl, crearon el euro, dejando a las generaciones futuras que arreglen el lío posterior.
Hay (al menos) cinco razones por las que la Sra. Merkel tiene toda la razón para negarse a algunas de las medidas más drásticas a las que está presionada.
En primer lugar, los críticos de la canciller a menudo no reconocen las limitaciones reales políticas y jurídicas sobre las que se están operando. El Tribunal Constitucional alemán se pronunció ayer sobre la legalidad de las propuestas para incrementar el fondo para rescatar a los miembros endeudados de la eurozona. A finales de este mes, el parlamento alemán votará sobre el tema. Sería arrogante asumir que la Sra. Merkel puede ganar sola todas las batallas, cuando la opinión pública alemana y muchas voces influyentes en el país se oponen profundamente a más rescates. Del mismo modo, para cualquier propuesta de creación de eurobonos se requieren nuevos tratados de la UE, cuya ratificación en Alemania sería muy difícil de conseguir. Los que están pidiendo acciones alemanas cada vez más audaces, a pesar de las dificultades jurídicas y políticas, parecen tener poco respeto por la democracia del país.
En segundo lugar, decir que la canciller alemana debe hacer “lo que sea necesario” para salvar el euro, supone que sabemos lo que hay que hacer. Los eurobonos son la última panacea, recomendados por muchas de las mismas personas que nos aseguraron hace años que el euro sería una moneda segura. Merkel no tiene una idea real de si iba a funcionar o no. Pero sí sabemos que la ampliación del fondo de rescate (como es casi seguro que sucederá), o la creación de eurobonos, significarán acumular costes y pasivos cada vez mayores a los contribuyentes alemanes.
En tercer lugar, no es simplemente vulgar el prejuicio sensacionalista de creer que si hay más dinero canalizado al sur de Europa será mal gastado. En países como Grecia e Italia, las funciones básicas del Estado - tales como la recaudación de impuestos y la adjudicación de contratos públicos - son con frecuencia corruptas. En el pasado, el dinero de la UE ha fomentado esta corrupción.
En cuarto lugar, la idea de que Alemania puede salvar automáticamente el euro - si tiene voluntad y generosidad - se basa en una suposición injustificada de un ilimitado poder económico alemán. Echa un vistazo a las ratios de deuda en toda la UE, y notará que la deuda alemana es más del 83 por ciento del producto interno bruto y superior a la de Francia, España o Gran Bretaña. En la actualidad, los mercados tienen confianza en Alemania. Pero no se puede contar con esto para siempre. El crecimiento se está desacelerando y los niveles de envejecimiento de la población del país provocarán crecientes costes en el futuro. Si Alemania avala la deuda de la UE, los mercados podrían fácilmente cambiar su visión sobre el país.
En quinto lugar, a menudo se dice que Merkel no se da cuenta de que salvar el euro es en realidad por el propio interés de Alemania. Esto es una perogrullada. Por supuesto, una Europa estable y próspera favorece los intereses alemanes. La pregunta es si las medidas que quieren que la Sra. Merkel tome, realmente logran este fin, o simplemente crean una crisis peor aún.
Una versión ligeramente más sofisticada de este argumento sostiene que la economía alemana sufriría enormemente si el euro se rompiera, debido a que muchos bancos alemanes irían a la quiebra, y que su moneda subiría de valor, por lo que las exportaciones alemanas perderían competitividad. El problema bancario es real. Sin embargo, es posible que una recapitalización de una sola vez de los bancos alemanes fuera bastante menos costosa que un compromiso abierto a todo el sur de Europa. El argumento de que la industria alemana no podría hacer frente a una divisa más fuerte también hace caso omiso de la historia, y del milagro económico alemán de posguerra - que tuvo lugar a pesar de un constante aumento del marco.
La canciller alemana claramente quiere apoyar a la moneda única y a la UE. Sus buenas intenciones no se pueden dudar. Pero sería absurdo poner en peligro la propia estabilidad económica y política de Alemania, al apoyar cualquier plan desesperado destinado a “salvar” el euro.
fuente: lacartadelabolsa
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