Puede esperarse un poco más, no mucho, pero si unos cuantos meses -¡ojo!: meses, no años-, aunque ya deberían estar muy avanzados los cálculos para que aquellas/os a quienes corresponda -y puedan- decidir; porque hay que decidir.
La cosa es muy sencilla. Durante varias décadas y a una velocidad de crecimiento constante, se ha ido diciendo a todo bicho viviente que todo era posible; lo decía algo que, para simplificar, podemos denominar ‘el poder económico’, y no engañaban: era posible, y fue posible: de una forma natural, sin casi sobresaltos, las ciudadanías fueron viviendo, desde 1950 hasta 1980 cada año un poquito mejor, de media, de media, ya.
Luego lo anterior dejó de ser así porque a ese ‘poder económico’, a esos ‘hacedores de la economía’ ya no les convino: si antes les era necesario para que sus beneficios aumentasen que todo el mundo fuese mejorando su estándar de vida, a partir de principios de los 80 eso dejó de ser así, por eso la clase media empezó a retroceder: los que más tenían fueron teniendo cada vez más y los que menos cada vez menos, aunque en términos generales se tuvo más porque algunos de quienes nada tenían tuvieron algo a costa de que quienes algo ya tenían tuvieran menos. El problema es que ese esquema se agotó.
La solución encontrada fue imaginativa aunque insostenible: tirar por elevación. Más crédito, más consumo, más deuda, más creatividad financiera. De nuevo todo volvió a ser posible: todo: siempre más de cualquier cosa. ¿Recursos?, había de sobra, como siempre. ¿Ingresos?, siempre habría alguien dispuesto a prestar. ‘Lo quieres, lo tienes’: quince años de maravillas; en consumo, en servicios públicos, hasta que el motor gripó porque los supuestos supuestos ya no pudieron seguir suponiéndose: ni los recursos son ilimitados ni las revalorizaciones financieras de los activos son infinitas.
Bien, volvemos al principio. Hay lo que hay y se ha de contar con eso que hay. Ya no es posible tener cañones y mantequilla, el dilema del profesor Samuelson vuelve a la palestra: o cañones o mantequilla. La actividad está cayendo, y más lo hará, por lo que los ingresos fiscales descenderán más, mucho más de lo que lo están haciendo. Habrá subidas en las contribuciones fiscales, sí, pero serán insuficientes para compensar la caída de la recaudación, de ahí lo de anotar cosas en las Constituciones: que no hay pasta: lo que dijo a micrófono abierto la Sra. Esperanza Aguirre: ‘No tenemos un puto duro”; luego habrá que escoger: con lo que se tiene, ¿en qué se gasta?: ¿de cuántos cañones se quiere disponer?, ¿cuánta mantequilla se desea obtener?. Sufrirán los de abajo ya, pero Mr. Osborne ya lo dijo: ‘Siempre ha sido así’.
Puede esperarse unas semanas para acabar de decidir eso, pero no más.
(Me pone enfermo: “(M. Trichet percibe) un aumento en los riesgos del crecimiento (en un contexto de) alta incertidumbre” (El País 09.09.2011, Pág. 20). ¿Qué quiere eso decir, qué no se va a crecer ni una mierda en un montón de tiempo?. ¡Por favor!, ya vale de marear al personal. Desde hace custro años llevan hablando de forma figurada. ¡Ya vale!.
Ya vale porque todo apunta a peor: las últimas cifras de la OCDE: aquí “What is the economic Outlook for OECD countries?”. ¿Recuerdan lo que hemos dicho del Otoño y del Invierno?. En el cuarto trimestre el G7 va a crecer: el 0,2%, Japón, el 0,0% USA y Alemania el -1,4%: ¡Alemania!, que nos la pintaban como la maravilla maravillosa, y el conjunto de Francia, Alemania e Italia el -0,4%. Vean los gráficos de confianza, la de los negocios y la de los consumidores: dan miedo. ¡Ya vale!).
Quien lo iba a decir. La primera economía que abiertamente se plantea un cambio de modelo porque el que ahora tiene ‘está agotado’. Me estoy refiriendo a Andorra, que ya sabemos que tiene una economía muy particular, pero realmente me ha sorprendido que haya sido el Gobierno el que manifieste abiertamente que va a desarrollar “un amplísimo catálogo de actuaciones” a fin de cambiar la estructura económica del país debido a que “nuestro modelo está agotado”. Insisto, el primero. Les paso el link del Diari d’Andorra; está en catalán, pero se entiende prácticamente todo (como suele pasar en estos casos).
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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