miércoles, 17 de agosto de 2011

Apuntes de una agenda de páginas translúcidas – 3

Prácticamente nadie puede pagar todo lo que debe’, esta frase ya la han leído Uds. aquí. Es aplicable a personas físicas, jurídicas y públicas; las deudas de ayuntamientos y entes regionales va por ahí. También han leído Uds. aquí que el problema de España es de pobreza relativa: carencias históricas que todos es imposible que puedan cubrir. Y también aquí han leído que el problema de deuda actual nace en la época del ‘España va bien y más que bien’: estructuras de gasto montadas sobre ingresos totalmente atípicos. Juntemos todo esto.

Durante el franquismo, como los Gobiernos locales eran designados desde arriba, y abajo no se movía ni un papel si no era autorizado desde arriba, las carencias eran ignoradas y quienes protestaban … Luego, en la democracia, alguien vio esas carencias y vio también que España no generaba suficiente PIB para cubrirlas; la solución fue una pésima solución que generó unos polvos que han dado lugar a los barros actuales: la LOFCA y la posibilidad de endeudamiento local a fin de cubrir unos presupuestos manifiestamente insuficientes si se pretendía alcanzar unos estándares mínimos.

El colofón de este proceso fueron los años pasados: ingresos al alza a partir del ladrillo, pero gastos también al alza derivados de una población creciente (inmigración) y de unas alegres promesas dichas alegremente de forma alegre por parte de alegres políticos que pretendían mantener alegres a sus votantes.

La realidad: una deuda impagable, una financiación en retroceso, una población que exige las cosas que le prometieron, una situación económica con tendencia al empeoramiento. ¿Solución? (si se le puede denominar así): el deterioro de los servicios públicos, su encarecimiento para la población, el empobrecimiento de la ciudadanía, más desempleo, más carencias, y quitas muy, muy gordas. Si se les ocurre otra cosa se la cuentan al próximo Gobierno.



La Señora Ministra de Economía del reino el pasado Viernes 12: “La crisis de la deuda soberana se combate con austeridad fiscal” (El País 14.08.2011, Pág. 20). Respetuosamente, pienso que no: en absoluto: la crisis de la deuda soberana se combate con quitas y con crecimiento; con quitas porque nadie puede pagar todo lo que debe, con crecimiento a fin de generar PIB que de lugar a recaudación fiscal.

Entiendo las palabras de la Sra. Salgado como demoledoras, también el reconocimiento de que crecer es imposible: no se pude crecer suficientemente para generar el PIB suficiente que permita pagar, pero hay que pagar aunque cueste la vida porque España no tiene nada más que ofrecer ni fuerza para negociar. No teníamos otra alternativa que entrar en el euro, pero, ¿no teníamos otra alternativa que entrar en el euro?: aunque sea como ejercicio: ¿valió la pena?.




El Presidente del Banco Mundial: “Estamos entrando en una fase nueva y muy peligrosa de la crisis” (Misma fuente anterior). Ojo a la frase: no habla de la ‘otra recesión’, habla de un empeoramiento, de una nueva fase, también han leído aquí sobre esto, pero Mr. Zoellick dice que Europa lo tiene peor. Bien, asumiendo que, pese al euro, existen varias Europas, pienso que no.

De entrada porque esta crisis es postglobal, por lo que da igual un sitio que otro: si la mariposa bate las alas en un sitio, se ocasiona una tempestad en el otro; de salida porque USA es la economía más dependiente del mundo; USA, el cluster de Boston es otra historia. Pero lo importante ahora no es eso: eso vendrá después, sino el que ya se empieza a decir que lo peor está por llegar: más carencias, menos recursos, frustración, pobreza, mecachis-que-guapo-soy.

Esto no se arregla interrumpiendo unas vacaciones y haciendo unos políticos una reunión en un salón estilo Louis XVI, pero, de momento, no hay más. Mañana dirán que hemos sido burros, sí, del mismo modo que nosotros decimos que Hoovert lo fue al organizar aquellos shows en The White House con potentados y periodistas y proclamando que la situación estaba bajo control mientras el mísero gasolinero de The Great Gatsby soñaba con un coche que no iba a poder pagar jamás, lo dirán, pero al igual que aquello fue inevitable esto también lo es.



UK está -ahora- a favor de avanzar en la integración fiscal en Europa; ¿cómo es eso?. Pienso que esto es una señal más de que lo peor está por llegar y de que ese empeoramiento se halla a la vuelta de la esquina: Otoño.

Si en Europa existiese una integración fiscal aunque no fuese del 100%, los impuestos serían parecidos en todas partes, los reglamentos fiscales también, y, lo más importante, las medidas que se tomasen también lo serían, independientemente de otras consideraciones, y como más manda quien más poder tiene … Y la razón de ser de tal integración: todos defendiendo a todos, algo que también se puede leer: todos sosteniendo a todos porque los problemas se reparten. ¿Pero algunos pueden sostener más que otros?, afirmativo: los más débiles: lo dijo el mismísimo Mr. George Osborne, el speaker de esa mayor integración fiscal que ahora demanda The UK.

Pero no olvidemos a otro inglés: Disraeli: ‘Inglaterra no tiene aliados, Inglaterra tiene intereses’. Pienso que si The UK quiere una mayor integración fiscal es debido a que tiene un lastre que debe soltar a fin de reflotar su situación, y, ¿cuál es la mejor manera de soltar un lastre que no puedes dejar caer a un fondo que no existe?, pues repartirlo entre todos.

Se reparte, se sanea la situación estrujando a ‘los débiles’ de todas partes y, sobre todo, a ‘los débiles’ del Sur: el último servicio a prestar a la Corona, perdón, a la Comisión (¿representa a Europa la Comisión Europea?). Con menor lastre los más potentes gana flotabilidad, pero el Euro limita movimientos; The UK al no estar en el euro es libre para hacer y deshacer, para cambiar y modificar, para liquidar, para reprimir; Alemania, en cambio tiene que hacer frente a su monstruoso exceso de capacidad productiva y, a la vez, afrontar la defensa de algo conceptualmente genial: el euro, pero que limita sus posibilidades, a eso deben añadirse los problemas derivados de la demografía, de la inmigración.

No olviden a Disraeli.

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

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