Hoy es un buen día para hablar de esto: 14 de Julio: la toma de la La Bastille, el inicio onomástico del proceso que abrió las puertas a la Revolución Industrial cuya evolución trajo el Estado de Bienestar.
¿Y el impuesto del 50% sobre la el importe de la paga de Navidad a los asalariados portugueses que perciban una remuneración superior al salario mínimo?. De entrada a resaltar que aquella-cosa-llamada-redistribución está desapareciendo del acervo político, fiscal, social y económico con mayor velocidad de la que un colegial devora una bolsa de chuches: el impuesto será lineal. De salida que nadie dijese ni mu de este tema durante la campaña de unas elecciones que se han celebrado hace cuatro días. Recuerden: lo dijo recientemente el Chancellor of theSchechter: ‘Ya se sabe que en situaciones como esta los de abajo son los que más padecen’.
Este nuevo impuesto de Portugal es sólo una cosa más que se añade a algo que ya está ahí: suben los precios de los servicios-hasta-ahora-denominados-públicos, se reducen las-hasta-ahora-conocidas-como-prestaciones-sociales, se endurece el acceso al modelo de protección, crecen los tipos impositivos y/o se acuñan nuevas figuras fiscales, aumenta el desempleo del factor trabajo, se reduce la renta disponible. Estamos evolucionando hacia el empeoramiento de las condiciones de vida de la población, del estándar de vida del ciudadano medio. Es un empobrecimiento generalizado que realimenta la pérdida de ilusión, y las expectativas: ‘Mañana se estará peor que hoy’.
Esto es el fin del Estado de Bienestar. Tras la II Guerra Mundial se entró en una espiral virtuosa de crecimiento, pleno empleo, redistribución y protección social: la evolución de las cosas llevó al modelo a un Estado de Bienestar en el que todo iba a más y en el que todos esperaban ir a más; el agotamiento de tal esquema ha llevado a la crisis sistémica que nos ocupa y, consecuentemente, al fin de ese Estado de Bienestar. ¿Qué puede esperarse de tal estado de cosas?, pues una marcha hacia una situación peor: un deslizamiento hacia el empeoramiento del actual estándar de vida (que es peor del de hace un lustro).
‘Los hijos van a vivir peor que sus padres’ concluyó un reciente estudio elaborado en USA a nivel federal: eso parte del fin del Estado de Bienestar aunque en USA la extensión del modelo de protección social sea ridícula. Es el Estado de las cosas que se han estado moviendo hacia una mejora continuada: hacia un bienestar, el que ha concluido, el modelo de protección social es parte de ese Estado; ahora ya no hay bienestar ni va a haberlo durante mucho, mucho tiempo: ni existen recursos para mantener esa senda, ni son sostenibles los métodos para continuarlo, ni, en base a ello, es asumible el volumen de población que puebla el planeta.
Pintan bastos, se va a peor, se va a vivir peor: la mayoría. Menos personas van a ser necesarias para generar un PIB de valor total decreciente aunque con partidas de creciente valor, personas que en su mayoría percibirán menores remuneraciones al ir a menos el valor que generen, personas que estarán menos protegidas por entes de rango superior y que tendrán que aguantar cada vez más su propia vela, porque ya no es necesario que entre todos aguanten las velas de todos y porque ya no es necesario que se haga, por lo que ya no es preciso ni conveniente que todos-vivamos-crecientemente-mejor.
Eso es el fin del Estado de Bienestar, y como consecuencia de ello es el fin del modelo de protección social; no de golpe, no de hoy para mañana, pero cada día un poco, con algún repunte, todo bastante amortiguado. En Portugal ha sido ese impuesto del 50% sobre la paga de Navidad, pero no ha sido el fin de la paga de Navidad, y es posible que el mínimo crezca un poco.
Se está viviendo peor ‘por la crisis’, pero su fin, pienso, no va a traer la vuelta a ningún Estado de Bienestar: si lo que se busca es optimizar lo escaso, ¿cómo se va a gastar en aquello que se defina como no-necesario?.
No cambio de tema: son parte del tema. Las agencias, esos entes de quienes no se entienden sus dictámenes; los mercados, esos otros entes de los que tampoco se entienden sus criterios: ambos van tres pasos por delante. Primer paso: saben que ningún país puede pagar todo lo que debe. Segundo paso: saben qué países son los que están peor. Tercer paso: saben qué economías van a crecer menos o nada y aún van a poder pagar casi nada o menos que nada. Cuando los Gobiernos van ellos ya han ido, han vuelto y han vuelto a ir; y lo peor del caso es que tienen razón: apliquen esos pasos a, por ejemplo, las expectativas de la economía española y verán qué sale.
(Saben que practiquísimamente nunca hablo de política, una excepción. Con la que está cayendo aquí y allá, ¿a nadie se le ha ocurrido pensar en Gobiernos de concertación nacional?. Si la respuesta es afirmativa y no dicen ni pío, estaría bien que dijesen porqué; y si no han pensado en ello estaría bien que dijesen porqué. A mí, aplicando la lógica, no se me ocurre, en ningún caso, ningún motivo. ¿Quiénes son ‘ellos’?, los partidos políticos, naturalmente; ¿quiénes si no?).
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.
Gran análisis y descripción de la situación económica actual.
ResponderEliminarUn saludo y felicidades por este gran artículo.