Durante décadas se ha supuesto que las cantidades disponibles de commodities eran ilimitadas y su precio bajo, de hecho esa ha sido una de las dos patas sobre las que nuestro modelo se ha sustentado (la otra, una capacidad de endeudamiento quasi-eternamente creciente), ahora se sabe que eso no es así, pero se continúa actuando como si lo seriese, el ejemplo: la guerra al automóvil.
Si se hace pagar por acceder a las ciudades, si se peajizan carreteras y autovías, si aumentan impuestos sobre combustibles, si crecen las tasas por el uso del auto, y, a la vez, se continúa vendiendo la idea de que el sueño de todo humano que se precie es poseer un Aston Martin Virage aunque se subutilice hasta lo inimaginable en cualquiera de los aspectos que pueda subutilizarse, se recaudará más, pero el problema continuará siendo el mismo: malgasto y desperdicio de recursos, y pienso que los tiros no van a ir por ahí.
¿Reducir y acabar con la contaminación?, eficiencia. Gastar mejor lo que se gasta, gastar menos de lo que se gasta en aquello que sea necesario gastar, gastar bienes más sofisticados pero, a la vez, más baratos, que sustituyan a otros menos eficientes y, también, más caros. Ese, pienso es el camino. En temas de transporte eso significa moverse lo que sea necesario moverse, donde haga falta moverse, para hacer aquello que sea necesario hacer, y en un escenario así, adquirir -a crédito, naturalmente- un automóvil para que sea utilizado al día, de media, 1,5 horas por 1,1 personas, como que no.
Ya: el ‘vehículo eléctrico’, pero, ¿qué es un coche eléctrico sino un coche normal que utiliza otro combustible?. Si mañana, por arte de magia, todos los automóviles fuesen eléctricos, ¿mejoraría en algo la eficiencia en el transporte por carretera si se continuasen utilizando éstos con idénticas pautas de utilización que ahora?. Se reduciría la contaminación, claro, la de gases, y la sonora, pero el desperdicio de recursos, ¿en qué se mejoraría?.
Apostar por el vehículo eléctrico, al margen de que para su adquisición es preciso recurrir al crédito, como sucede con el actual, significa continuar funcionando con idéntica filosofía que hoy en día: el desplazamiento-de-todos-para-todo, también significa seguir admitiendo que el transporte individual es la mejor opción de transporte posible. Ambos supuesto pienso que han dejado de ser válidos.
Pienso que nos dirigimos hacia un lugar en el que los desplazamientos se reducirán a aquellos casos en que sean necesarios, y un gran número de éstos se realizarán por medio de transporte colectivo, un transporte que utilizará como combustible lo que sea: la electricidad o la materia obscura, un transporte que no contaminará, no; un transporte que, además, no desperdiciará ni infrautilizará recursos.
Y sí, la generación de PIB se verá afectada, pero eso es algo que tendrá que resolverse, o no.
* - ‘Poner a las entidades financieras bajo la tutela estatal’, ¡vaya!, eso recuerda a algo, ¿no?. Propuesta: la banca, ¿debe ser nacionalizada?.
* - La hucha de las pensiones. Mmmmmmmm. El 88% en deuda pública española, el 12% en deuda pública de Países Bajos, Francia y Alemania. ¿Qué sucede con la hucha cuando se desvaloriza la deuda?, ¿qué si existiesen problemas de pago de esas deudas?, ¿qué si, de pronto, a tenedores de dichas deudas les diera por desprenderse de ellas?. Si eso sucediese, ¿cuánto quedaría en la hucha?, ¿cuánto tiempo, en función de lo que sucediese y si la hucha tuviera que utilizarse, daría para pagar pensiones?. ‘Los Estados no quiebran’ dice el del fondo’ (llevaba días callado), puede, pero, la confianza en ellos decae, y ello tiene consecuencias. No sé, me sentiría más tranquilo si esa hucha estuviese llena de petróleo, y de maíz, y de tecnología para potabilizar agua, y de biología para tratar la diabetes, y de cosas por el estilo; ¿no creen?.
* - El pasado Miércoles 13, en Singapur, el Presidente del Gobierno vendió España a un grupo de grandes inversores de la isla. Entre los argumentos que esgrimió el que el 41% de los jóvenes españoles tengan educación superior; me pregunto si dijo también que la tasa de desempleo juvenil en España es del 42%. Estoy convencido que eso no lo dijo.
* - ¡Vaya!. USA ha solicitado explicaciones a una entidad financiera por tener empleados en Cuba, y se las solicita por el impacto que eso puede tener en la pérdida de confianza que el hecho pueda inspirar en la consideración de esa entidad financiera. Cosas como esta son las que marcan la diferencia entre quienes son verdaderamente importantes y quienes lo son menos: ¿quién pidió explicaciones a USA sobre el impacto que su sostén a las dictaduras amigas latinoamericanas en los 80 podía tener en la confianza que la inversión internacional tenía en ellos?, absolutamente nadie.
* - ¿Sorprende la reacción del partido Auténticos Finlandeses por no querer que se rescate / sostenga / ayude a los PIGS?, pienso que no. En Finlandia las cosas están menos mal que en otras economías, pero en Finlandia no se atan a los perros con longanizas: en Finlandia también hay carencias, y su ciudadanía está menos bien de lo que estaba, y pagan unos impuestos siderales, las pensiones se han reducido, y alguien les dice que tienen que traspasar fondos a otros. Cuando ‘el mundo iba bien’ casi todo era digerible, ahora que van mal … Mal asunto, cuando el mundo no va bien las cosas se politizan, aunque no tengan ni sombra de política.
* - El Gobierno del reino ha manifestado que quiere encarecer las prejubilaciones. Hay quienes están favor, hay quienes están en contra. Ya me pregunto, ¿por qué ahora?, ¿por qué no antes?; ¿será porque aunque lo sea, una persona prejubilada no es una persona desempleada?. Entonces, ¿por qué ahora?; ¿puede que sea porque el desempleo apunta a una tendencia que ya no es limitable, ni revertible?.
* - El País del pasado día 18, en su Pág. 23 publicó un texto con un título que recordaba tiempos pretéritos. “La precariedad de los precarios”. Decía que en momentos complicados la tendencia de las personas apunta a aceptar cualquier cosa, independientemente de la cualificación que se tenga: la demanda de trabajo marca las condiciones a la oferta porque esta es más numerosa y menos poderosa que aquella. Es la versión de los 2010s del ‘¡Yo por menos!’ de los 1840s. (Y mientras leía el texto recordé una viñeta de Forges, en el mismo medio, de hace varios años -¡varios años!-: una manifestación de personas a la que encabezaba una pancarta: “¡Sí al contrato basura, no al contrato detritus!”).
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.
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