Habitualmente las visiones son personales, pero en ocasiones no, como esta. Lo que sigue me lo envió recientemente un lector que es psiquiatra, y es lo que el título dice: la visión de la crisis desde la consulta de un profesional de la psiquiatría. Les aseguro que es acongojante; y tiene un plus añadido: es real.
“Me dirijo a usted con la intención de aportarle la visión de la crisis desde una consulta de psiquiatría en el sistema sanitario público. Mi conclusión es bastante clara desde que comencé a observar un fenómeno: la crisis sistémica es una crisis de sistema psicosocial.
Y me refiero a sistema psicosocial a aquellos valores, ideas, creencias, afectos y comportamientos consecuentes que predominan en un determinado grupo social y su relación consecuente con el sistema económico. Porque si una idea ha predominado ha sido la idea del consumo, pese a quien pese. El consumo se ha convertido en la zona de anudamiento entre lo psíquico y lo social. De hecho, las situaciones sociales se suelen acompañar, de un tiempo a esta parte, del consumo, de los bienes adquiridos, de las posesiones, que además se han convertido en fuente de satisfacción y por ende en falso suelo de una salud mental ficticia, que se desmorona.
Día a día me harto de observar como personas sin realmente patología mental -lo que clásicamente se ha conocido como locura- desfilan por mi consulta para que les solucione angustia más vital que morbosa, derivada de su situación económica. Aunque hay personas buscando el subsidio, o la baja laboral, por enfermedad mental, la mayoría de ellas acuden con la lógica reacción emocional a una situación de dificultad económica, por paro, embargos, hipotecas, etc. Pero asumen que el consumo de una medicación va a solucionarles la papeleta. Este es el sistema psicosocial, el consumo incluso de una medicación que les supla el consumo que no pueden realizar, y antes hicieron.
Es curioso cómo la señora que viene a limpiar a mi casa vive en una casa mejor que la mía, pese a que en nochebuena hube de dejarle 50 euros con el fin de que pudiese encender la calefacción, “porque venían sus nietos”. Es un absurdo que esta señora se hipotecase más que yo, con un sueldo bastante correcto. Cuando le pregunté el porqué lo había hecho, me contestó un “en el banco me dieron la hipoteca. La casa que me iba a hacer feliz…”.
Concretar la satisfacción en una casa es, desde la salud mental, un error de bulto. Pero esta es la creencia psicosocial en la era de (calificativo obtenido del uso de una marca comercial), que incita a comprar una unidad al mes, tirarla rápido para no dejar de estar a la moda y volver a comprar una nueva al día siguiente.
He llegado a contabilizar cinco intentos de suicidio en una guardia - 24 horas- argumentando la situación económica. En el momento en que el consumo pretende suplir la satisfacción de los deseos que en el psiquismo deberían hacerse por otra vía se asemeja a la heroína, de igual cometido -satisfacción de deseos no cumplidos-. Si la heroína fue un factor psicosocial propio de los ochenta, la beatitud y la religión en los años 40 y 50, la revolución en los 60 y 70, ahora lo es el consumo.
Por eso aparece un sistema psicosocial basado en el consumo, siendo este el factor predominante como idea de elemento satisfactor de necesidades. Y luego ya sabemos el resto de la historia: crédito, endeudamiento, burbuja, especulación y lo que usted y otros tantos exponen.
La crisis sistémica no va a ser solo una crisis de sistema económico sino psicosocial. Porque habremos de buscar otras vías de satisfacción que no se basen en acumular bienes de consumo, excepto los necesarios. Y yo, como comento con mis otros compañeros en el desayuno, que bien os va a venir la crisis a los psiquiatras porque se van a poner en juego elementos de crecimiento personal, esfuerzo, competitividad, trabajo, y no de victimismo, ganancias secundarias e intentos de psicologización o de patologización de cuestiones puramente relacionadas con la vida.
Porque como le digo a estas personas que desfilan por mi consulta: no te puedo ayudar, las pastillas no van a satisfacerte, busca otras vías”.
Yo, en la respuesta que le di, y complementando lo que mi lector me decía, le comenté algo que un médico de familia hace un par de meses me había comentado.
Una persona, cuando llega su turno, entra en su consulta y le dice:
- Doctor, estoy deprimido; recéteme Prozac.
El médico le mira y le pregunta:
- Y, ¿por qué está Ud. deprimido?
Raudo responde el paciente:
- Porque el banco no me da un crédito para comprarme un Audi.
Lo más mejor de todo, ya saben, es que ha sido debido a ese consumo la razón por la que “el mundo fue bien”, ahora lo que queda es una crisis sistémica en la que, también -por eso es sistémica- el modelo social se halla en crisis. Habrá que buscar otra forma de hacer, y se encontrará, claro, el problema es que para renunciar, de verdad, de verdad, a un Ferrari antes hay que haber tenido uno.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.
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