martes, 29 de marzo de 2011

¿Está el mundo preparado para una nueva crisis?

En las últimas semanas han sucedido una serie de eventos que han puesto en cuestión la recuperación económica mundial. Por citar los más relevantes tenemos las revueltas en la región del Norte de África y Oriente Medio, el terremoto de Japón y sus consecuencias, y más recientemente el impacto político del rechazo en el parlamento portugués del último plan de austeridad del Gobierno luso. Todo ha puesto en cuestión si las grandes economía mundiales están preparadas para una nueva crisis, y la respuesta parece ser que no.

Mark Whitehouse escribe en una columna en The Wall Street Journal que aunque Japón y Europa encaran crisis muy diferentes - una causada por la naturaleza y la otra, por el hombre - desde una perspectiva financiera, son muy similares. En ambos casos, los costos de mitigar desastres están tensando las cuentas ya abrumadas de los gobiernos. En Japón, el gobierno más endeudado del mundo desarrollado, el desenlace es aún incierto. Portugal, cuyo primer ministro dimitió la semana pasada, podría ser el próximo país en recibir un paquete de rescate.

Raghuram Rajan, profesor de la Universidad de Chicago y economista jefe del Fondo Monetario Internacional entre 2003 y 2007, señala en la misma columna que el mundo no se puede permitir otra crisis y que simplemente no tenemos la capacidad fiscal en muchos países para rescatar nuevamente el sistema.

Carmen Reinhart, del Instituto Peterson para la Economía Internacional, y Kenneth Rogoff de la Universidad de Harvard, apuntan que hasta 2010, el endeudamiento promedio del gobierno central entre los países avanzados ascendía a 74% del Producto Interno Bruto (PIB), tres veces más que en 1970. Para poner en perspectiva este número, decir que este es el nivel más alto desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Desde la crisis financiera de 2007/2008 begin_of_the_skype_highlighting 2007/2008 end_of_the_skype_highlighting, desencadenada por la crisis subprime en los Estados Unidos y que derivó en una gran recesión a nivel mundial, los gobiernos han intentado paliar la situación con grandes medidas intervencionistas que han llevado a un deterioro sensible de las finanzas públicas, algo que parece ajustado a la historia. Carmen Reinhart señala que los aumentos en la deuda fiscal han sido particularmente marcados después de todas las crisis financieras.

Mark Whitehouse prosigue en su columna en WSJ con un informe del FMI en el que intentan calcular cuánta más deuda pueden asumir los gobiernos antes de que se metan en problemas. En un documento reciente, identificaron el máximo nivel de deuda que 23 economías industrializadas habían logrado gestionar sin caer en cesación de pagos. Luego, usando los pronósticos del FMI sobre tasas de interés y niveles de deuda real, calcularon cuánto más deuda podía asumir cada país antes de alcanzar su límite. El resultado: Japón, Grecia, Italia, Portugal e Islandia ya han llegado a sus límites, lo cual significa que necesitan implementar medidas más severas que en el pasado para poner sus deudas bajo control. Otros se están acercando a ese nivel. Los Estados Unidos, por ejemplo, pueden acumular deuda equivalente a 51% del PIB antes de alcanzar su límite, una brecha que podría cerrar en unos 15 años a menos que tome medidas correctivas. Según la previsión más pesimista, las inquietudes de los inversores acerca de los niveles de deuda podrían desencadenar una crisis financiera y los gobiernos carecerían de los recursos suficientes para combatirla.

Paul Krugman, en una de sus últimas columna en el New York Times, se pregunta si los Estados Unidos podrían finalizar como Grecia y su respuestas es sí, si los inversores deciden que América es una república bananera que los políticos no pueden o no quieren enfrentarse a los problemas a largo plazo, y decidieran dejar de comprar su deuda. Sin embargo, los Estados Unidos tienen un arma poderosa que es la recompra de deuda. La Reserva Federal podría financiar directamente al gobierno mediante la compra de la deuda, o podría blanquear el proceso comprando deuda a los bancos y luego vender esa deuda a través de operaciones de mercado abierto. Este proceso podría crear inflación e incluso hiperinflación, aunque nos encontraríamos en terrenos inexplorados difícilmente cuantificables.

Krugman no espera que esto suceda y comenta que los Estados Unidos están muy lejos de perder el acceso a los mercados de bonos y, en todo caso, todavía están en el territorio de una trampa de liquidez y que podríamos permanecer allí por un tiempo. Sin embargo, finaliza con un comentario algo inquietante: “La idea de que los déficit nunca importan, que nuestra posesión de una moneda nacional independiente hace que todo el problema desaparezca, es algo que no entiendo”.

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