viernes, 18 de marzo de 2011

De Manchester a Bruselas

Las Enclosures fueron un proceso que se desarrolló en la segunda mitad del siglo XVIII, su objetivo fue la parcelación de las tierras a fin de aumentar la productividad de la agricultura; se inició en Inglaterra y posteriormente se extendió al continente. La parcelación, algo que hoy nos puede parecer obvio, entonces no lo era: durante siglos la práctica totalidad de las tierras se habían cultivado comunalmente, por lo que la parcelación supuso una revolución: la muy naciente burguesía y la nobleza adquirieron tierras que pusieron a trabajar más productivamente: los rendimientos de la agricultura aumentaron, pero el efecto inmediato fue la aparición de un excedente de población activa en el campo que se quedó sin ningún medio de sustento, por lo que se vio forzada a emigrar a los nacientes centros industriales establecidos en las ciudades y a convertirse en la explotada mano de obra de la I Revolución Industrial.

Se preguntarán porque les he contado lo anterior, pues porque la situación actual se parece mucho a la de entonces, sobre todo la vivida a partir de 1760, ¿por qué?, pues porque hoy sabemos que en aquellos años se diseñó la estructura sobre la que se levantó el sistema que sucedió al Mercantilismo, sistema que es el nuestro. Es decir, si las cosas se desarrollan como hasta ahora a lo largo de la Historia se han desarrollado, ahora y en los próximos años se va a diseñar la estructura del sistema que va a suceder al actual; desde nuestra particularidad la crisis sistémica en la que ya estamos inmersos, además de servir para enterrar el viejo modelo servirá para que eclosione el nuevo modo como las cosas ‘cotidianamente’ son hechas.

Es decir, el planeta hoy está viviendo un período histórico: en estos años se está diseñando el esqueleto del sistema de mañana y, además, se están pariendo los modos de actuación del modelo económico de los próximos años. De ahí la enorme, la vital importancia de lo que se decida, de lo que se acuerde en los años que median entre el 2010 y el 2020, de ahí lo fundamental de lo acordado en la reunión de Jefes de Estado del día 11 celebrada en Bruselas. Es decir, todo lo que en estos años se hable, se discuta, se decida en cumbres y reuniones entre países va a ser crucial, tanto como lo fueron las Enclosures del siglo XVIII.

En otras palabras, lo que se acuerde y decida en estos años va tener una triple función. Por un lado liquidar el modelo que el mundo ha estado utilizando, que manifestó su agotamiento en Septiembre del 2007 y que desde entonces lleva agonizando, por otro sentar las bases del modelo que debe estar operativo a partir de ahora: el como las cosas han de tener que ser hechas desde ya, por otro más ir poniendo piezas de la estructura cuyo conjunto sustentará el nuevo sistema de mañana del modo como las Enclosures contribuyeron a la estructura del sistema vigente desde 1820: el nuestro. En consecuencia, en lo acordado el pasado Viernes en Bruselas conviven esas tres funciones.

Es una frase hecha, ya, pero pienso que puede afirmarse que ya nada será igual tras las conversaciones del 11 de Marzo, y no lo digo tan sólo por los acuerdos adoptados, que también, sino por lo que subyace, por lo que hay detrás de esos acuerdos: el grupo: los países miembros del euro, acordaron que a partir de ahora se van a fijar unos objetivos comunes, inmutables mientras tengan vigencia, y que cada miembro del grupo implemente a nivel interno lo que considere necesario y conveniente para alcanzar esos objetivos comunes. Es decir, se está en el grupo porque se quiere estar, pero si se está se ha de hacer lo que se acuerde, de tal modo que lo importante es llegar, no el como cada uno llega, lo que ya hemos dicho: que cada cual aguante su vela y que el grupo avance.

¿Objetivos?: lo inmediato: como es imposible eliminar a los individuos / empresas / regiones / países improductivos, innecesarios, pobres, desempleados sin futuro, ancianos ya no útiles, a los outsiders varios, se diseña una cosa denominada ‘Pacto del Euro’ (fíjense en que no es un Pacto por el Euro: eso significaría que el Euro es un fin en sí mismo, y no lo es: es un puro medio para llegar a …) o Pacto de Competitividad, tanto da, en el que se sientan las bases para eliminar ineficiencias, reducir gastos no necesarios, convertir al euro en el símbolo de un grupo ordenado, productivo y que no desperdicia los recursos que se sabe son escasos. Y sí, se sabe de sobra que este Pacto del Euro va a disparar la pobreza, el desempleo y el subempleo, la precariedad, pero es lo que ahora toca, porque en cada momento hay que hacer lo que hay que hacer.

Aún no se dice así pero lo que el Pacto del Euro ya está diciendo es que ya se ha acabado aquella época en la que todos teníamos que ir a mejor porque, entonces, el conjunto iba a mejor (en realidad nunca se ha dicho: el Tratado de Maastricht, base del euro, no instauró convergencia alguna en renta per cápita, tasa de desempleo o nivel de pobreza, pero si fondos de cohesión y estructurales para que unos mejoraran haciendo que quienes ya tenían ganaran más y así todos avanzasen), ahora lo que ha de contar es la productividad, no el consumo, por ello los salarios deben vincularse a aquella, y si un país o zona tiene dificultad para reducir sus precios debido a sus deficiencias … productivas y ello comporta que el poder adquisitivo de sus ciudadanos sea bajo o descienda, pues mala suerte: más recursos tendrán los que ya son buenos y eficientes.

El desempleo va a ser un problema, y pienso que se sabe, y se asume, por ello el Pacto del Euro aboga por la reducción de los costes laborales: estará ocupada la población activa que sea necesaria en las compañías que sean precisas, por tanto el coste total del factor trabajo que precisen las empresas debe ser el menor posible, dando las mayores facilidades (fiscales también, evidentemente) para que puedan contratar -crear empleo- y despedir -prescindir del factor trabajo que no necesiten cuando no lo necesiten-. (Interesante: aunque el pacto continúa -aún- con la cantinela de que a menores costes fiscales sobre el trabajo la ocupación crecerá, no dice nada sobre ‘crear trabajo por ley’, cosa con la que hasta ahora se ha seguido en el reino: subvenciones a la contratación, etc.).

Claro que menores ingresos fiscales (está cantado que los tipos de la imposición indirecta van a subir pero que no podrán compensar la caída en la recaudación que sucederá a la menor actividad económica) tendrán que venir acompañados de menor gasto público, ¿en qué?, pues en lo único en lo que fácilmente hay recorrido: en protección social. El acceso a percepciones sociales se va a dificultar más, y los importes de tales percepciones se van a reducir; en todas partes, pero más en las economías que más vayan a tener que hacer para cumplir el Pacto, porque los pactos están para cumplirse.

Empobrecimiento, caída en los estándares de vida, subempleo, empleo a tiempo parcial y ocupación temporal, caída en las remuneraciones, mayor dificultad para acceder a la sanidad pública y reducción de sus coberturas, menores pensiones de jubilación y comenzadas a cobrar a más edad: terrible en base a los planteamientos vigentes hasta ahora, ¿verdad?, pero no con los nuevos planteamientos: la búsqueda de la equidad es un objetivo que ya pertenece al pasado, porque ya nadie canta cosas improcedentes más allá del Elba, pero sobre todo porque ahora hay que utilizar los recursos escasos que hay en lo que sea esencial, y reducir la pobreza ha dejado de serlo, tanto que ya ni siquiera lo es en términos propagandísticos. De ahí que el déficit y la deuda sean los enemigos a batir.

Fue a mediados del 2010 cuando la crisis comenzó: cuando se asumió la imposibilidad de salir de la situación que entonces se estaba viviendo: la precrisis, y se aceptó el fracaso de las medidas que hasta entonces para ello se habían adoptado. Repasen lo sucedido desde Mayo del 2010: todo ha sido mirar al futuro, no al pasado. Y en eso estamos.

Ya no se busca darle la vuelta a nada porque se sabe que es imposible. Ya no se busca salvar a todo el tejido económico. Se busca que las partes sanas puedan seguir siéndolo y que se acomoden y preparen para un cambio que va a ser enorme, y sí: en el camino van a haber padecimientos sin cuento: lean la vida que llevaron en los centros industriales las personas que las Enclosures desplazaron del campo: terrible; siempre ha sido así, pienso que así va seguir durante siglos: a la población se le utiliza como conviene, cuando conviene y durante el tiempo que conviene, después a otra cosa, y sí: en contados momentos esa población puede creerse dichosa porque se le permite el acceso a un bien-estar temporal, pero finito, y con consecuencias: ahora, la deuda impagable que se acarrea.

En términos de ‘lo vivido’ vienen épocas muy duras. En cada momento toca lo que toca, ya, y ahora va a tocar mucha escasez, mucha, y administrarla, y como siempre a la mayoría no le van a pedir su opinión: ¿se la han pedido a Ud. a la hora de firmar lo que se firmó en Bruselas el día 11?.

¿En España?, lo mismo pero más: estamos peor: sugerencia: lean la lista de medidas adicionales que va adoptar Portugal: lo de las barbas del vecino, sí. Y sí: como siempre a lo largo de la Historia unos padecerán más que otros. ¿La salida islandesa?, para hacer eso te lo tienen que permitir, y para la inmensa mayoría no es el caso.

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

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