‘Pobreza’, un término molesto, colateral, para dejar al margen: ¿a cuántos políticos, independientemente del color de su carnet, han oído referirse a la pobreza?. Hace cuatro días ha habido elecciones en Catalunya, ¿cuántos políticos que en mítines y arengas han subido a la palestra se han referido a la pobreza que en algunas zonas de Catalunya alcanza las cotas más altas de España?. Un lector, recientemente, me ha remitido un mail muy, muy extenso, su tema era la pobreza, pero no era una diatriba sobre las condiciones de pobreza en las que está sumido el 20% de la población española, el 20,8%, según me indica mi lector, estimado para el 2010 (Aitana Alguacil Denche, “Pobreza y exclusión, coordenadas de la crisis social”, Razón y Fe, Noviembre 2010). (Por cierto, durante los años del ‘España va bien’ la menor tasa de pobreza que España alcanzó fue en 1998: el 18,3%, ¡yendo España bien!; misma fuente anterior).
Bien. Mi lector, tomando datos de la Fundación FOESSA y de Caritas, y trabajándolos y proyectándolos para el 2010 ha concluido que cuando acabe el presente año la radiografía social española será la siguiente: el 77% de la población integrará el colectivo de ‘No pobres’, el 20% el de ‘Pobreza moderada’ y el 3% el de ‘Pobreza severa’. Estos porcentajes corresponden a la disponibilidad de recursos con la que cuenten, y su dintel se halla perfectamente establecido por Eurostat: “(…) calcular el umbral de pobreza como el 60% de la mediana de los ingresos nacionales por unidad de consumo”.
A resaltar: si en España, tras dos años de planes E, de estímulos, de ayudas, de rescates, 5 personas son pobres de cada 21, ¿se imaginan que puede suceder cuando las cosas se pongan verdaderamente mal y los fondos de ayuda social sean verdaderamente escasos y se hayan efectivamente recortado?
Pero claro, lo anterior son números, ratios, luego está lo que aparece en la parte paralela de la realidad: lo cualitativo. Para España, para el 2010, mi lector ha estimado que cuando finalice el año, al 35% de la población podrá considerársele completa y totalmente integrado en términos económicos y sociales, para el 45% de la población española el nivel de integración será precario, pero al 13% puede considerársele en situación de exclusión media y al 7% en situación de exclusión severa.
Claro, dirán, que esos datos son tan malos porque las cosas están mal, pues sí, pero, ¡sorpresa!: en el año 2007, cuando ‘la economía española jugaba en la Champions League de las economías mundiales’, los porcentajes anteriores se distribuían del modo siguiente: población totalmente integrada: 30%, con integración precaria: 48%, con exclusión moderada: 14%, con exclusión severa: 8%. ¡Vaya!. ¡Y eso sucedía cuando ‘España iba más que bien’!. (Datos suministrados por mi lector cuya fuente, es la Fundación FOESSA y Caritas).
(Para meditar. En el año 2007 las campanas del Ministerio de Trabajo del reino, en particular, y las del Gobierno en general tocan a gloria porque la tasa de desempleo alcanza su cota más reducida en mucho, mucho tiempo: el 7,9%, sin embargo, la tasa de pobreza de España llega al 19,7% de la población. Curioso, ¿no?. La elevadísima tasa de inmigración jugó un papel en ese desajuste, claro, pero, ¿sólo fue eso?, ¿no intervendrían otros factores como remuneraciones por debajo de mínimos legales, considerables niveles de subempleo subremunerado, altas tasas de economía sumergida o semisumergida, …?. Lo dicho, para meditar, para meditar muy bien: si siempre se ha dicho que desempleo y pobreza están conectadas, ¿se imaginan adónde puede irse la tasa de pobreza española a medida que el desempleo vaya creciendo?.
Cuando leo, pienso, hablo de la pobreza y sus consecuencias siempre me viene a la mente aquella frase que Ronald Reagan pronunció en la campaña para las elecciones presidenciales de 1979: “La economía de Estados Unidos no funciona porque los ricos no son suficientemente ricos y los pobres no son suficientemente pobres”. ¿Por qué será que esa frase acude con tanta frecuencia a mi mente?).
(Me preguntó ayer alguien no experto en Economía: ‘Eso se Basilea III, ¿qué es?’. Le comento brevemente, también el acuerdo de aplazar hasta el 2019 el cumplimiento de lo acordado. Me escucha. Cuando acabo dice: ‘O sea, que lo que sería necesario que los bancos cumpliesen hoy se deja que lo cumplan dentro de una década; ¿me dejarían a mí que no pagase la hipoteca hasta el 2019?’. Soy consciente de que no me oyó cuando le di un No quedo y apagado por respuesta).
(Los costes del arbitraje entre AENA y los controladores realizado por el Sr. Manuel Pimentel que se ha extendido durante un mes: 195 m €, si las gestiones las hubiese realizado un bufete privado hubieran podido llegar a ascender a 4,5 M €. (La noticia completa aquí: http://www.cincodias.com/articulo/empresas/Pimentel-gana-195000-euros-mediar-controladores-AENA/20110222cdscdiemp_1/). No critico nada: seguro que son precios de mercado, pero aquí está el asunto: es el mercado quien decide estos precios, pero son los concurrentes a esa parte del mercado quienes los fijan. Lo importante es el resultado, pero quienes lo obtienen no se meten la mano en el bolsillo para pagar la cuenta: quienes usan no pagan, o no pagan directamente, y, desde luego, no pagan la totalidad del importe. Pero como es el mercado quien fija el precio, lo fijado es fetén, ¿no?).
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.
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