Lo primero dos puntualizaciones / observaciones / matizaciones. Una: en este país, en nuestro país, en el Reino de España, estamos derivando hacia una posición, entiendo muy peligrosa, y, cuanto menos absolutamente inútil. De un tiempo a esta parte, desde el 2007, cuando ya era evidente que ‘España había dejado de ir bien’, argumentar en el sentido de que el Gobierno ha tomado decisiones no correctas, estar en desacuerdo con políticas que el Gobierno ha adoptado en temas económicos, se equipara a estar a favor de la oposición, y eso, pienso no tiene porqué ser así: se puede estar en total desacuerdo con lo que el Gobierno dice, o hace, o no-dice, o no-hace, y, a la vez, estar es absoluto desacuerdo con la oposición, o se puede estar de acuerdo con algo, sólo con algo que el Gobierno o la oposición han manifestado, y eso no significa que se abrace ningún ideario de ningún. En esta posición, como Uds. conocen, me encuentro yo.
Dos: lo que viene a continuación, y aunque quiera verse de otra manera, no tiene nada que ver con la política, y no tiene nada que ver con la política porque no es un tema político. Es un tema exclusivamente económico que mentes interesadas politizan porque abordarlo con un enfoque político es muy simple: nadie se compromete a nada y todo el mundo puede decir lo que quiere, sin embargo, hacerlo con uno económico supondría cosas porque habría que tomar decisiones. Es decir: hablar es gratis, para quienes disponen de tiempo, evidentemente. Bien.
El Sr. José María Aznar ha dicho que España no se puede permitir todos los Gobiernos autonómicos que tiene, entiendo que se refería también a las estructuras que la administración regional tal y como en España está diseñada la administración regional, les acompañan. Bueno, pues al margen de que se le debería preguntar por qué no dijo eso mismo en algún momento de los ocho años en que fue Presidente del Gobierno, estoy totalmente de acuerdo con el trasfondo de sus palabras: España NUNCA JAMAS ha podido permitirse una administración regional como la que tiene: NUNCA JAMAS, los superávits y los déficits fiscales de las regiones españolas lo demuestran; pero la cosa va más allá.
Tras eso-que-se-ha-denominado-Transición, España, en lo económico, estaba mal, muy mal, requetemal: una estructura de PIB arcaica, un PIB generado con métodos obsoletos, subestructuras administrativas decimonónicas en amplias áreas del país, …; además, en tres zonas del reino existía algo bastante intenso denominado ‘nacionalismo’ que en el resto del reino no se entendía muy bien en qué consistía, el problema: el problema, es que una de esas zonas generaba el 21% del PIB de España y entre las otras dos más del 10%, es decir, en esas tres zonas se producía un tercio del PIB del, ya, Reino de España.
El Gobierno del momento (pienso que dio exactamente igual su color: otro Gobierno con otro color hubiese hecho lo exactamente lo mismo) se salió por la tangente, y, pienso, la pifió (insisto: cualquier otro Gobierno la hubiese pifiado): a las-otras-dos les dio un régimen económico propio aunque dejó muy claro que cada una era una diferente; asumió que España iba a ‘perder’ más del 10% de recaudación fiscal, pero supuso que iba a ganar muchas otras cosas, hizo un cambio de cromos, pensó que lo comido por lo servido, que tal día haría un año, y que arrieritos somos y que por el camino nos encontraremos; en lo que no movió ni un ápice su postura fue en la que generaba el 21%. (Ya, ya, historias que se cuentan en los rincones obscuros hablan de propuestas especiales a cambio de pactos políticos extraños, propuestas que esas mismas historias dicen que fueron rechazadas; en cualquier caso, historias son)
El Gobierno de entonces se encontró con un doble dilema: por un lado tenía que dar salida a ese ‘sentimiento nacionalista’ de esa zona que entonces generaba el 21% del PIB del reino sin que el-resto-de-España se sintiese agraviado; por otro, tenía que poner en marcha un sistema para reducir las enormes diferencias territoriales que en España se daban teniendo en cuenta que los recursos del país en su conjunto eran muy escasos; e inventó la LOFCA.
La LOFCA, pienso, fue -es: está en vigor- un bodrio infecto en el que lo único que se fue a buscar es sacar de donde se podía para poner donde convenía poner dejando al margen cualquier criterio de eficiencia, rentabilidad, optimización, posibilidades, etc., etc.; y, ¿cómo pudo lograr algo así?, pues porque el peso político de esa zona que estaba generando ese 21% del PIB era menor del 21%, y porque la mayoría de la población de esa zona, ni se enteraba muy bien de que estaba pasando, ni ningún político -de la zona- se preocupó en explicar a esa población de que iba la película de la LOFCA. El resto de la historia ya es conocida, aunque el escenario ha variado un poco.
Tras treinta años, esa zona genera menos PIB: hoy el 18,6%, tiene carencias muy parecidas al resto del reino (excluyendo a las-otras-dos): tasa de pobreza, desempleo, fracaso escolar, …, y unas disponibilidades de recursos por habitante que, es ciertas partidas, en sanidad, por ejemplo, son menores que en regiones que son receptoras netas de fondos, y, bueno, ya hemos llegado a eso de lo que ningún Gobierno, con independencia de su color, quiere hablar en España: el déficit fiscal.
Durante años y años, aunque disponía de él, el Gobierno: todos los Gobiernos que en España han habido desde que la LOFCA empezó su andadura, han dispuesto de los números que recogían las cuentas regionales, sin embargo no fue hasta el año 2008 en que fueron publicados, por primera … y última vez. Miren el gráfico que viene a continuación:
¿Qué es lo que está sucediendo en España respecto al tema regional?, pues que se está cumpliendo a rajatabla lo de los polvos y los lodos, pero con una diferencia: que ahora ‘España va mal’.
Como la LOFCA y sus derivaciones eran indefendibles desde un punto de vista económico: es ilógico que ‘quienes dan’ acaben en una situación comparativamente peor que ‘quienes reciben’ tras haber recibido, es absurdo que la pérdida de posibilidades de ‘quienes dan’ por el hecho de dar sea mayor que el retorno que obtienen por el hecho de dar, se buscó una argumentación ética: la solidaridad. Pero, entonces, si EL objetivo ha de ser exclusivamente ese, si toda la estructura regional ha de girar en torno a eso, si se asume que la viabilidad de ciertas zonas es función exclusivamente de que otras zonas den, tal y como dijo el Dr. Antoni Castells, ¿para qué queremos una estructura regional en España?, y yo añado: eliminémosla y la economía española se ahorrará un porrón de pasta (el desempleo aumentará, claro: va a sobrar población activa a mansalva, pero en fin: será lo que habrá).
Volvamos al gráfico. Catalunya va a necesitar una financiación adicional, en el 2011, de unos 11 mM€ (ya: administrando mejor podrían ser menos, seguro, como en todas partes) y va a cerrar el 2010 con un déficit del 3,6%, pero Catalunya, en el 2007, tenía un déficit fiscal regional del 8,7%, es decir, de 16 mM€. OK: los números pueden montarse como se quiera y lo que calculado de una manera es 10, calculado de otra puede ser 8, u 11; pero el hecho incuestionable, ineludible, indiscutible, es que las necesidades de financiación de Catalunya equivalen a su déficit fiscal, y en eso no hay ni un picrogramo de política, y el color de los Gobiernos que gobiernan es indiferente.
Y ya, ya: esto se complica enormísimamente porque ahora ‘España va mal’, es decir, todas las regiones van mal, todas, incluida Catalunya, por lo que al hambre se añaden las ganas de comer, y la ‘‘‘‘‘‘solución’’’’’’ en la que se está pensando es la de siempre: más deuda y más tijeras (luego llegará la siguiente: más impuestos), pero entonces, ¿qué pasa con la estructura regional de España?.
Pienso que nada se va a hacer en relación a esto: la inercia que se ha creado tras más de treinta años de LOFCA es tan monstruosa que no existe sistema de frenado que detenga el movimiento del montaje, por lo que todas las regiones irán más peor: mal, porque ya están yendo mal, y peor por las consecuencias de no hacer nada. De todos modos la solución llegará: mañana: de la mano de los clusters, pero eso también tendrá consecuencias.
(Los pempis. Y en línea con esto, con las necesidades de pasta, ¿por qué no se aborda la persecución del fraude fiscal, por ejemplo con el mismo ahínco que se persigue a quien fuma en bares o a quien corre por la autopista más de lo que se dice que hay que correr?. Según estimaciones fiables, el fraude fiscal en España alcanza el 6% del PIB: unos 60 mM€ de euros; imaginen lo que podría hacerse con esa pasta, en cada región, en todas las regiones del reino).
Santiago Niñó-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.
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