miércoles, 1 de diciembre de 2010

LA MEXICANIZACIÓN DE UNA ECONOMÍA

Como saben, que una economía se halle mexicanizada equivale a que esté precarizada, informalizada, que sea en la parte oscura de la economía, en la no declarada, en la que se desarrolle una creciente actividad, una actividad de bajo valor, y discontinua. Llevamos tiempo comentando que la economía española se está mexicanizando, en estos días pasados se ha dado, pienso, un paso más. (Importante: no estoy diciendo que no sea algo inevitable por imposible de evitar, que no sea esta la única salida que seda posible, me estoy limitando a constatar)

Fundamental lo que el Señor Gobernador del Banco de España dijo el pasado Martes 23 de Noviembre en el Senado del reino: “La reforma de las pensiones es capital y urgente” (El País 24.11.2010, Pág. 23), y lo dijo en el contexto de que es esencial recortar gasto público. Veamos, los últimos estudios apuntan que el sistema español de pensiones no va a tener ningún problema financiero ni sombra de algo parecido hasta el año 2025 (antes era el 2060, pero bueno). Si ese estudio es correcto, ¿por qué la imperiosa necesidad de reformar las pensiones en un entorno de recorte de gasto?. No se entiende, ¿verdad?. El Sr. Fernández Ordóñez también dijo que, en el mismo escenario de recorte de gastos, es necesario reformar el mercado de trabajo, el objetivo es reducir costes laborales. Si se junta todo las cosas empiezan a tener sentido.

Si la estrategia de reducción de costes laborales reduce los costes de despido, las cuotas empresariales a la seguridad social y los salarios, los costes de las empresas se reducirán. Veamos. Mayor facilidad para despedir (ya implementada por la reciente reforma laboral: ‘esperar tener menores ingresos o pérdidas’) y despidos más baratos, acompañados ambos de una demanda de trabajo a la baja supone una tendencia a la baja de los salarios medios (mayor cuanto menos sea la incidencia de la negociación colectiva); si a eso se añade una disminución de las cuotas empresariales a la Seguridad Social, el resultado son unos menores costes laborales que incidirán en unos menores costes totales debido a la elevada intensidad del factor trabajo en el modelo productivo español.

Ya sé lo que estarán pensando: si se reducen las cuotas empresariales a la Seguridad Social y esa reducción no puede ser compensada con el aumento de las cuotas pagadas por los trabajadores (ya saben: pienso que van a ser incrementadas), máxime en un escenario de actividad económica a la baja, la única salida es … la reducción de las pensiones medias: se va disponer de menos fondos para pagar las pensiones de ahora, no las del 2025, las actuales, y no tanto porque no exista la pasta para pagar las pensiones del mes que viene, sino porque tal vez surjan necesidades más urgentes que pagar el importe total de las pensiones, por ejemplo, asegurar a quienes compran la deuda de España que se tiene dinero para pagarles.

No es casualidad que el FMI diga que España debe ganar competitividad a fin de exportar: es el espíritu del plan esbozado por el Señor Gobernador del BdE: reducir costes para aumentar la competitividad de las exportaciones españolas, de las exportaciones: ¿se está dando por supuesto que el consumo interno se va a derrumbar más de lo que ya se ha derrumbado?; ya: aplicando el propuesto por el Sr. Fernández Ordóñez (y por el principal partido de la oposición: le gusta la Solución Cameron) aún se derrumbará más el consumo, por lo que razón de más para reducir los costes lo que máximo posible a fin de ganar competitividad y que España pueda exportar lo máximo posible; es decir, la solución se halla en las exportaciones, a costa de un empobrecimiento interno, sí, empobrecimiento que, en cualquier caso sería inevitable debido a que la competitividad interna de España es muy baja y bajísima la exterior.

La pega de este esquema, pienso, es que olvida dos cosas, una: que la competitividad, hoy, se gana aumentando la productividad y elaborando bienes de alto valor añadido, no reduciendo costes de productos de valor añadido bajo en los que jamás podremos competir porque nunca España podrá ser competencia de Marruecos o Argelia, pero para lograr eso hay que cambiar el catálogo de lo que ofrecemos y aumentar, mucho, muchísimo, la inversión; dos: España tiene una deuda total monstruosa que se eleva al 400% del PIB, por lo que a España cada vez le va a costar más encontrar a financiadores de esa inversión (y para refinanciar la creciente deuda pública total, pero eso está en otra página).

El Sr. Fernández Ordóñez no hace más que desgranar el modelo que el FMI lleva décadas repitiendo: ayer lo hizo en Irlanda, anteayer en Túnez, hace una semana en Colombia, mañana lo hará en Portugal y pasado aquí. No es cierto que el Consenso de Washington haya muerto: tan sólo se ha cambiado el collar al perro: las recetas son las mismas: recortes, empobrecimiento, intentar ganar competitividad a través de otros conductos cuando el bueno, el de la productividad no sea posible. Las recetas son las mismas, cambia el tipo de letra utilizada, y el color de las tapas en la que se encuaderna, y también la música que suena mientras se lee: antes eran preferibles dictaduras para implementarla, ahora eso ya no es necesario.

La consecuencia de tales procederes es la mexicanización de la economía; lo que pasa es que en el marco que nos movemos no hay alternativa.

(Me lo preguntan: mucho: ¿por qué se dispara la prima de riesgo española?. Lo que no se dice: porque quienes pueden comprar deuda española no se fían de que España pueda pagar cuando le toque pagar. Hace unos días introdujimos una idea que, dijimos, ampliaríamos: ‘economía viable’, la ampliaremos; hoy introducimos otra que también ampliaremos ‘dimensión óptima de una economía’; no, no he cambiado de tema: es lo mismo.

En el máximo del ‘España va bien y más que bien’ el PIB de España alcanzó 1,2 billones de euros, pero una parte de ese PIB se había alcanzado a crédito, es decir, se debía: crédito para construir viviendas, crédito para adquirirlas, crédito para acceder a máquinas empaquetadoras de caramelos de menta, crédito para comprar mesas y sillas para aumentar la capacidad del chiringuito de la playa, crédito para tener el plasma de tropecientas pulgadas que siempre se había soñado, crédito para tender autopistas galácticas, crédito para esto, para aquello y para lo otro, es decir, si no hubiese sido por toda esa pasta que a España se le prestó el PIB español no hubiese alcanzado las cotas a las que llegó, ni el desempleo del factor trabajo hubiese alcanzado ese maravillosísimo (?) 7,9%, con permiso del subempleo, claro está.

Bien, ese crédito se acabó: quienes podrían prestar a España, o no lo hacen, o lo hacen a precios cada vez más caros, ¿por qué?, pues porque España ya tiene una deuda total monstruosa -400% del PIB-: ha agotado, casi, su capacidad de endeudamiento, y quienes prestan no tienen claro que con el crecimiento que España va a tener vaya a ser capaz de pagar lo que debe; pero si a España no le prestan, España crecerá menos.

La pregunta: si España creció lo que creció gracias a que le prestaron lo que le prestaron y esos préstamos no van a volver a producirse o van a ser cada vez más caros, existe una parte del PIB de España que va a desaparecer, por lo que España generará, entonces, el PIB que realmente sea capaz de generar: ¿0,8 billones de euros?, ¿0,7 billones?, ¿menos?. Ese PIB que España generará será el que corresponda a su dimensión óptima.

‘Menos PIB’ = ‘menos ingresos’ = ‘menos recaudación fiscal’ = ‘menos gastos’ = ‘menos consumo’ = ‘menos ahorro’ = ‘menos inversión’ = ‘más desempleo del factor trabajo’ = ‘menos PIB’ … ¿Se han dado cuenta de que ya no se habla del desempleo?, o casi: se está empezando a asumir que el desempleo que ahora es, es el que debe ser; es el principio: ‘más desempleo’ = ‘menos PIB’ …: ¿cuál es la dimensión óptima de la economía española?.

En esta línea, ya hemos llegado aquí: “Spanish Banks Face Funding Hurdle Amid Bailout Threat” ¿A dónde llegaremos mañana).

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

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