miércoles, 13 de octubre de 2010

Niño Becerra: La demanda de empleo no va a alcanzar para absorber el crecimiento de la oferta

El concepto de desempleo total, que hasta ahora Santiago Niño Becerra había aplicado para referirse al paro, el paro juvenil, el subempleo y el desempleo encubierto, ha dado una vuelta más de tuerca. El economista cree que hay que sumar una variable más a la ya de por sí complicada ecuación: "las perspectivas de crecimiento de una oferta de trabajo que la demanda no va a contratar porque no va a necesitarla".

Tal como señala Niño Becerra en su último post en el blog La Carta de la Bolsa, "en el fondo el problema del desempleo es una pura cuestión de oferta y demanda", aunque no sea tan fácil corregir un exceso de producción como cuando sucede en un bien cualquiera. Y esta crisis está generando un exceso de producción muy complicado de abordar.

Siempre han hecho falta personas, trabajadores, fuerza laboral, para producir lo que la economía demandaba, "así que la existencia de población capaz de producir ha sido una necesidad ineludible".

El peso de la tecnología

Pero desde la misma Revolución Industrial y la introducción de la tecnología, y con el perfeccionamiento de la misma a lo largo de los siglos, ya no vivimos en un mundo en el que "el nivel de producción de lo-que-fuese era directamente proporcional a la cantidad de población que estaba dedicada a la producción de eso-que-fuese".

Entre despidos, super-formación e incorporación de las nuevas generaciones al mercado laboral, y en un momento en el que la tendencia es a no contratar, se está generando una oferta de trabajadores muy importante.

La importancia del empleo a lo largo de la historia

El exceso de factor trabajo es un problema que existe desde el siglo XIX: "la causa estuvo en los aumentos de productividad que empezaron a obtenerse combinados con la mejora en la esperanza de vida de la población, y a los que se añadió la imposibilidad real de la burguesía de invertir lo suficiente como para absorber a toda la oferta de trabajo existente".

Entonces, los europeos que no cabían en sus mercados laborales emigraron, fundamentalmente a América. Hasta que todo cambió con la Gran Depresión, explica Niño Becerra, que volvió a poner en el mapa la importancia del número de desempleados para la sostenibilidad de las economías.

Desde la década de los 50 hasta mediados de los 70, a pesar de las mejoras tecnológicas, se estuvo más que nunca del pleno empleo, ya que se seguía ligando la producción a la intervención de trabajadores, y además necesitaban población ocupada que consumiera lo que se producía.

En los 80 todo cambió de nuevo: "el objetivo dejó de ser crecer a base del pleno empleo de los factores productivos independientemente del nivel de inflación y pasó a ser crecer utilizando la menor cantidad posible de factores productivos para, así, forzar a la baja la inflación", recuerda el catedrático.

Así, una de las consecuencias de este cambio "fue la desvinculación del crecimiento de la ocupación del factor trabajo: podía crecerse no generando ocupación, incluso destruyéndola, a base de aumentos continuados en la productividad", apunta Niño Becerra. Difícil así que el desempleo deje de ser una de las mayores preocupaciones de la población.

fuente: eleconomista

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