Hace poco más de un mes en la web de CCOO publicaron la siguiente noticia: Según CCOO, las mujeres ganan entre un 30 y un 15% menos que los hombres por el mismo trabajo.
Según la Secretaría confederal de la Mujer de CCOO, las mujeres siempre reciben menos retribución, diferencia que oscila, según los diferentes registros (tipo de contrato o jornada, edad o sector de actividad), entre más del 30% o el 15% del salario de sus compañeros varones. No obstante, en los últimos años se ha reducido ligeramente la brecha salarial entre sexos, ya que en 2007 el salario bruto anual de las mujeres suponía el 74,4% del de los hombres y en 2004 alcanzaba el 72,5%.
A los pocos días en la web “Hoy Mujer” pude leer el siguiente titular: 4.000 euros para quien consiga demostrar que las mujeres ganan menos
La Federación Estatal Unión de Separados ofrece un premio de 4.000 euros a quien demuestre que las mujeres ganan entre un 27% y un 40% menos que los hombres en España, como han asegurado informaciones “maliciosamente difundidas e ingenuamente creídas”, según esta entidad.
Entonces ¿En qué quedamos? ¿Ganan menos las mujeres o no? y si es así ¿Por qué ocurre?
Como todo en economía la única ley que nunca falla es la de la oferta y la demanda que funciona incluso por encima de las leyes de la lógica o la justicia social. ¿Quién debe ganar más un hombre o una mujer? ¿Un alicatador o un médico? ¿Un futbolista o un ingeniero? ¿Un feo o un guapo?
Tradicionalmente las empresas, por costumbre o prejuicios, reducían la escala salarial en puestos de trabajo mayoritariamente ocupados por mujeres a niveles hasta por debajo del verdadero valor de esos trabajos, incluso cuando estos son desempeñados por hombres. Había mucha más oferta laboral de mujeres que de varones y, por decirlo de alguna manera como ha ocurrido estos años, había disponibles más “médicos” que “fontaneros” de ahí que estos últimos pudiesen ganar más, siendo el factor oferta/demanda el que marcaba la diferencia. Desde este punto de vista, la discriminación frente a un trabajo no es lo mismo que una retribución diferente para un mismo trabajo, o la discriminación al contratar o ascender.
Muchos se preguntan si el tipo de discriminación salarial existente es realmente importante o si incluso existe de forma significativa en nuestra economía. Si las empresas con un número elevado de trabajadores en puestos tradicionalmente ocupados por mujeres estableciesen salarios por debajo del valor de los servicios que los empleados prestan a la compañía los beneficios serían elevados. La perspectiva de ingresos elevados podría atraer a otras empresas a la industria. Para cubrir los nuevos puestos de trabajo de ocupación femenina que se creasen, nuevas empresas podrían ofrecer salarios más elevados, elevando los salarios de toda la industria y todo volvería a su estado normal. Puede ser cuestión de muchos años, pero al final todo tiende a equilibrarse.
Aunque la retribución en los puestos ocupados por mujeres es inferior a los ocupados por hombres, muchos economistas consideran que este hecho aislado no prueba la discriminación en las empresas. Otros factores no relacionados con la discriminación pueden explicar las diferencias salariales por razón de sexo en puestos y salarios. Un factor importante es que la mujer es la que tiene tradicionalmente la responsabilidad primordial del cuidado del hogar y de los hijos, y como consecuencia de ello, trabaja fuera de casa un tiempo menos que el hombre. Anticipando una carrera más breve e incierta, por tanto, muchas mujeres eligen trabajos que proporcionan horarios y otras condiciones laborales compatibles con las necesidades de la casa. No sé cómo de “políticamente correcto” me habrá quedado este párrafo pero creo que la mayoría estaréis de acuerdo con él, siempre teniendo en cuenta que es una generalización.
Los factores que limitan su trabajo reducían los salarios que las mujeres podían percibir de dos formas. En primer lugar, los puestos de trabajo ocupados por muchas mujeres se retribuían peor porque requerían menos experiencia laboral y formación y podían suponer costes a las empresas para facilitarles horarios y condiciones laborales que las mujeres valoraban. En segundo lugar, las mujeres tendían a ganar menos que los hombres desempeñando las mismas funciones porque normalmente tenían menos experiencia, y, por ello, menos habilidades para desempeñar ese puesto de trabajo. Afortunadamente esto ocurre cada vez menos y de alguna manera ha marcado las estadísticas durante muchos años.
A día de hoy, mujeres más jóvenes trabajan durante más tiempo y se toman descansos más breves para tener y criar a los hijos porque esperan seguir trabajando. Estas mujeres han aumentado significativamente su representación en carreras como medicina y derecho, que requieren períodos de formación muy largos. Como consecuencia de ello, la brecha salarial se ha estrechado considerablemente durante los últimos años. La proporción relativamente alta de ingresos de mujeres frente a hombres a edades más tempranas refleja en parte el mayor grado de experiencia y habilidades adquirido por mujeres más jóvenes.
Los intentos de los científicos sociales para medir el componente de la diferencia salarial responsable de factores no discriminatorios no son concluyentes por dos razones. En primer lugar, los datos sobre la vida laboral completa son casi imposibles de conseguir, y lo que los economistas denominan “vinculación a la carrera” (básicamente, dedicación al trabajo) es prácticamente imposible cuantificar. Varios estudios han determinado que aproximadamente la mitad de la diferencia salarial puede explicarse mediante justamente medidas rudimentarias de años de experiencia y formación, dejando las razones para la otra mitad sin resolver. Pero cuando mujeres y hombres con preparación similar se comparan, como mujeres y hombres con una formación en un determinado campo, o mujeres y hombres que nunca se han casado, la diferencia salarial tiende a ser bastante inferior que en el conjunto. Por ejemplo, en EEUU la diferencia salarial entre hombres y mujeres con doctorado en economía es de un 5% aproximadamente.
Lo que está claro es que si nos ponemos a buscar siempre encontraremos desigualdades y un buen ejemplo de ello es que las mujeres altas ganan más que las bajas o que los guapos ganan un 12% más que los feos por tanto una mujer alta y guapa seguramente gane más que un hombre bajo y feo que tiene el mismo curriculum, claro que a cambio a la guapa la cuestionarán constantemente su trabajo.
Hoy me gustaría que debatiésemos sobre este tema. ¿Existe discriminación por sexo en vuestro trabajo? ¿Y en la sociedad española? ¿A qué creéis que se debe?
¿Existe discriminación salarial por sexo en tu trabajo?
- No (81%, 777 Votos)
- Si (19%, 188 Votos)
Total Votos: 965
fuente: http://www.euribor.com.es/2010/04/22/discriminacion-salarial/
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