Europa se mantuvo este lunes dividida sobre si debe aprobar en su cumbre de esta semana un plan de ayuda financiera a Grecia, al que se opone Alemania, pese a los llamamientos de países como España, Francia e Italia, que abogan por no dar la espalda a un socio de la Eurozona.
La presidencia española de la UE va a "hacer todos los esfuerzos" para mostrar "esa solidaridad que (Grecia) merece debido a las medidas" de austeridad que ha tomado frente a su crisis presupuestaria, indicó el ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, durante una reunión con sus homólogos europeos en Bruselas.
Por este motivo, los españoles "trabajan" para incluir el debate sobre un mecanismo de apoyo financiero en la agenda de la cumbre en Bruselas, explicó Moratinos.
El proyecto de plan de rescate se basa en préstamos bilaterales y está concebido para aplicarse únicamente en caso de necesidad, es decir, si se estima que la crisis griega amenaza seriamente la estabilidad de la Eurozona.
Y aunque los griegos insisten en que no requieren de una ayuda financiera de la UE de forma inmediata, sino sobre todo de un apoyo político que compense sus esfuerzos de austeridad, Berlín no parece dispuesto a ceder. El ministro alemán de Relaciones Exteriores, Guido Westerwelle, defendió que "hasta ahora, Grecia no ha solicitado dinero, por lo que no es necesario tomar ninguna decisión" de momento, una postura que ha defendido abiertamente su jefa de gobierno, Angela Merkel.
Merkel cuenta en casa con el apoyo popular, según un sondeo divulgado por el Financial Times, que indica que cerca del 61% de los alemanes se opone a que su gobierno ayude a Grecia a corregir su deuda, alimentada en parte por problemas de corrupción y despilfarro.
El jefe de fila de los ministros de Finanzas de la Eurozona, Jean-Claude Juncker, respaldó este lunes a Alemania al afirmar que no es "absolutamente necesario" decidir nada esta semana, si bien no excluyó una ayuda combinada a Grecia, que procedería de la Eurozona y del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Pero la mayoría de los países de la Eurozona y la Comisión Europea pidieron pasar a la acción en la cumbre de jefes de Estado y de gobierno. "La credibilidad de Europa está en juego", declaró el ministro italiano de Relaciones Exteriores, Franco Frattini. "Cuando un país de la Eurozona atraviesa un momento difícil, tenemos el deber moral e institucional de intervenir", expresó.
Su homólogo francés, Bernard Kouchner, abogó por apoyar a los "amigos griegos que han propuesto un plan (de austeridad) muy valiente", mientras que el titular luxemburgués, Jean Asselborn, advirtió de que un "hundimiento" de las finanzas griegas sería "muy grave" para el conjunto de la Eurozona.
Grecia se enfrenta a una deuda cercana a los 300.000 millones de euros (406.000 millones de dólares), con un déficit público que alcanzó el 12,7% del Producto Interior Bruto (PIB) en 2009.
Su gobierno necesita refinanciar su deuda con 50.000 millones de euros (68.000 millones de dólares) para este año y, por el momento, el dinero que toma prestado lo devuelve con una tasa de interés muy elevada respecto a la media.
El plan europeo supondría un paquete de préstamos de hasta 22.000 millones de euros (29.000 millones de dólares), a tipos de interés juzgados más razonables, según fuentes comunitarias.
Frente a la hostilidad alemana, el viceprimer ministro griego, Theodoros Pangalos, acusó a los bancos germanos de "especular" contra sus títulos. "Lo que hay detrás de la posición alemana es que (...) al especular contra las obligaciones de su socio y amigo, y al permitir que las instituciones monetarias y de crédito participen en ese juego miserable, gente de Alemania gana dinero", acusó Pangalos.
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