miércoles, 3 de febrero de 2010

"Legalizar las drogas o despenalizar su tráfico es la única salida"

LÍDIA PENELO - BARCELONA - 02/02/2010 07:00

Los profesionales del crimen han tomado Barcelona y la han convertido en la capital negra y criminal por excelencia hasta el próximo sábado, día en que terminará BCNegra, el encuentro internacional de autores de novela policíaca que arrancó ayer. Algunos de ellos se pasean por la ciudad condal buscando nuevos sospechosos, siempre y cuando las conferencias y entrevistas se lo permiten. Ahí está Don Winslow (Nueva York, 1953), autor de El poder del perro (Mondadori), una novela que viene a ser "una versión narcomex de El Padrino", según Rodrigo Fresán, autor del prólogo en la edición española. Winslow, que antes de dedicarse a la escritura trabajó como investigador privado, guía de safaris y repartidor de alimentos, ha tardado cinco años en escribir esta historia cruda y directa que documenta el tráfico de droga entre México y Estados Unidos.

Cuando empezó a preparar este libro tenía planeado escribir un thriller corto.Pero lo que descubrió, le hizo cambiar de planes.

Cuando en 2000 sucedió la matanza de mujeres y niños que aparece al principio del libro, empecé a preguntarme cómo es posible que suceda algo así. Pasé cinco años en México investigando gente involucrada en el narcotráfico y cuanto más avanzaba, mi rabia más crecía. Cuando terminé El poder del perro estaba deprimido. Escuchar las matanzas de los cárteles en las noticias me entristece. Años después seguimos viendo lo mismo, nada ha cambiado, nada va a mejor, de hecho estamos peor que antes.

Tras su experiencia, ¿ve alguna salida para terminar con el narcotráfico?

Soy muy pesimista. Legalizar la droga o despenalizar su tráfico es la única salida para esta catástrofe. Creo que en los países consumidores, sobre todo en Estados Unidos, tienen que empezar a tratar este problema como un problema de salud y no como un problema criminal. Hasta que no lo hagamos, este tiovivo de tragedia permanente no frenará.

"Pasé cinco años en México investigando gente del narcotráfico"

La historia que cuenta abarca tres décadas y bascula entre varios protagonistas. ¿Le costó dar con la estructura?

Escribí un manuscrito de dos mil páginas, la acción arranque era un caos. Hasta que no empecé a reescribir ese original no que me di cuenta de lo que querían los personajes: cada uno busca una manera decente de vivir en un mundo indecente.

¿Tuvo que frenarse mucho para no servir una sobredosis de atrocidades al lector?

Sí. El manuscrito original era más bestia, tuve que analizar bien lo que tenía que incluir y lo que no. Para hacerlo seguí un viejo precepto de las artes marciales referente a cómo capturar un tigre. Consiste en coger un gran bloque de madera y tallar todo lo que sobra. Después de tres años, yo solo tenía un bloque de madera. Así que cogí una sierra eléctrica y empecé a cortar hasta que salió el tigre.

¿Le amenazaron para impedir que terminara de escribir el libro?

En algún momento sentí un poco de miedo, me sentía un objeto controlado. Pero querer que te entiendan forma parte de la naturaleza humana, y en ese sentido, hice un esfuerzo muy sincero y honesto para intentar captar bien el punto de vista de las personas que entrevistaba. El 90% de lo que cuento es verdad.

"El 90% de lo que cuento es verdad y sentido miedo a represalias"

¿La situación mexicana es más complicada que la colombiana?

Aunque no se pueden comparar horrores, analizando los índices de violencia, México presenta una situación mucho peor. Pero no podemos fijarnos solamente en esos países y decir que son los peores, que son terribles y que concentran toda la violencia del mundo. Eso no debería ser así porque el origen del problema está en otro lugar.

¿Dónde?

En el consumidor.

En la novela también ajusta cuentas con los políticos...

En Estados Unidos gastamos 17 mil millones de dólares el año pasado intentado prohibir que la droga cruzara la frontera y entrara en el país. En tratamientos para los adictos sólo se invirtió una parte muy pequeña. El 70% de los prisioneros de las cárceles norteamericanas están ahí por temas de drogas o relacionadas con ellas. El coste social es alucinante. Uno de los pocos sectores en crecimiento en esta época de recesión es la construcción de cárceles. Así que detrás hay mucho dinero. Me desespera, me enfado.

No se enfade, volvamos a las novelas. ¿Qué tipo de libros le interesan?

Leo bastante novela negra, y admiro a unos cuantos autores del género. Pero cuando me paso todo el día escribiendo, por la noche no me queda demasiada energía para seguir con el mismo tipo de literatura. Por eso leo muchos libros de investigación y mucha historia americana. Me entusiasma leer Historia. En lo que respeta a las novelas, recientemente releí Ana Karenina y me parece una de las mejores de todos los tiempos.

"El manuscrito original era más bestia. Tuve que recortar mucho"

En su país ya le catalogan como el autor de la gran novela americana sobre las drogas. ¿Le resulta cómoda la etiqueta?

Son muy amables. Es un honor y me siento complacido, pero no sé si me siento cómodo con la etiqueta. Lo que puedo decir es que El poder del perro lo he escrito lo mejor que he podido.

¿Veremos el libro convertido en serie de televisión?

No hay nada firmado pero estamos negociando, y a mí me gustaría. Admiro mucho a la gente que escribe series como The Wire o True Blood. Una película es el medio de trabajo de un director, pero la televisión es el mejor medio para los escritores. Aunque solo sea por el ritmo al que se hace. Como guionista tuve muy buenas experiencias. En realidad te dejan escribir lo que quieres porque los ejecutivos no pueden seguir el ritmo de lo que se hace.

¿Vive en San Diego porque escribe novela policíaca o viceversa?

Vivo en San Diego porque me encanta, pero sí que es cierto que es un terreno abonado para escribir novelas negras. Hueles la frontera y lo que sucede en ella, especialmente si conoces el lado negro de los bajos fondos. California también es la cuna de Raymond Chandler y Dashiell Hammett. San Diego da para mucho.

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