La semana pasada se desarticuló una red relacionada con el tráfico de drogas que pretendía vender en Pamplona tres kg de cocaína de alta pureza. Un traficante relata sin problemas de conciencia cómo se introdujo en la venta de droga a los 15 años
- No le tiembla la voz ni siquiera al renocer que ha traficado en las discotecas "light"
A NTONIO es el nombre falso del joven de 22 años de la fotografía. Ni estudia ni trabaja. Pero gana entre cinco y seis mil euros al mes. Es narcotraficante. Aunque reconoce que vende droga a menores en las discotecas "light", arruinando sus vidas, dice que no se arrepiente de nada. Conoce de primera mano las consecuencias destructivas de un negocio que mueve billones en todo el mundo y que a él le reporta un dinero fácil al mes.
No duda en continuar con ello; incluso a costa de la salud de las personas. Cada vez hay más adolescentes enganchados a la droga que desarrollan problemas psiquiátricos por culpa de sus efectos.
El encuentro se llevó a cabo a través de un intermediario amigo suyo. Antonio espera sentado en uno de los bancos de piedra junto a las murallas, justo detrás del parque de bomberos de Pamplona, a plena luz del día. Son las cinco de la tarde. Al identificar al periodista con la cámara al hombro, es la señal, le saluda: "Hola, soy Antonio". Se presenta. Viste con ropa deportiva. Su rostro lo disimula con la visera de una gorra de béisbol y una capucha de chandal gris por encima. Parece inquieto. Se lía un porro tras otro, alza la mirada y hace un barrido. Cuando cree que lo tiene todo controlado, comienza a hablar: "Empecé a vender cocaína a los 15 años. A esta edad, me juntaba con gente mayor. Movían mucha droga. Me empujaron a venderla. Al principio me la fiaban. El dinero se lo iba devolviendo poco a poco. Cuanto más dinero tenía más quería. Me atrapó. Los tres primeros años llegué a ganar una media de 3.000 euros mensuales sólo por la venta de cocaína. Ahora no la consumo. Me he metido demasiada. He conocido lo destructiva que puede llegar a ser. Te deja zumbado de la puta cabeza. Quien lo prueba lo hace por diversión pero desconocen sus efectos. No lo puedes dejar. La necesitas para todo. Te genera una sensación de euforia adictiva. Estás más ágil. Al final, la necesitas para vivir. Hay gente que compra "cacharros" (así llama a los gramos de coca) todos los días para trabajar". Antonio termina el porro y se lía el segundo. "Estoy colgado de los canutos", confiesa.
"Utilizo dos móviles: uno para los negocios, sin identificar, y otro personal". Durante la entrevista los mantiene en silencio. "En Pamplona se consume mucha cocaína. Normalmente, los clientes habituales son trabajadores de entre 20 y 40 años. Los niños prefieren otras drogas más baratas. La "coca" la paga gente con estabilidad, dinero; y en esta ciudad hay mucho", apunta.
"Los chavales que quieren droga, la pagan entre la cuadrilla para que les salga más baratos. Se consume mucha en las bajeras. Un gramo cuesta 60 euros. Los precios se ajustan a la cantidad. Si uno de mis clientes trae colegas nuevos le compenso con algún porro. Este mundo es así. En Pamplona hay mucha, muchísima gente enganchada a la coca", repite, "me llegan a pedir diez "cacharros" por noche para dos personas, así todos los días.
Los porros son otra cosa. Con cinco euros puedes apañar el día".
Antonio también vende marihuana. "Medio kilo en una semana", lo dice como si fuese algo normal. Entre la cocaína y la marihuana, asegura que gana entre 5.000 y 6.000 euros "en invierno", detalla. "Y en verano se multiplica la venta. Apenas se ha notado la crisis en este negocio. No sé de dónde saca la gente el dinero. En ocasiones me vienen con oro, ordenadores, teléfonos móviles, etc. Al mes muevo entre medio y un kilo de cocaína". Se expresa sin escrúpulos. "Me abastece un chaval de unos 30 años de Pamplona. La trae de Valencia. No puedo revelar cómo la transporta. Lo único que puedo decir es que yo le llamo, le encargo la mercancía cuando se me termina, le pago y listo...". Cree que es difícil que le atrape la policía porque en la calle lleva lo justo.
"Miedo. Sí. Claro... Miedo a la policía...Claro que tienes. Sales y eres consciente de lo que puede ocurrir. ¿Qué vas a hacer? Es difícil que me hagan una encerrona. Conozco bien a la gente con la que trato. Quedo con ellos, siempre, en diferentes lugares de la ciudad. Por el móvil apenas hablamos cuatro palabras. A la hora de la venta siempre vigilo mi espalda. Si eres listo y no das el cante, si haces bien las cosas, es difícil que te jodan. Después de siete años en Pamplona, aquí estoy... Hasta la competencia me compra a mí". Se jacta de que cada vez vende más. "Vendo calidad. Es lo que busca la gente de Pamplona. Se vende muy rápido. ¿Cómo sé que es buena mi droga? Tengo a gente que me la cata".
Cuando se le pregunta si esconde la mercancía en casa, responde con un no rotundo. "Vivo solo. La escondo fuera".
No le tiembla la voz ni siquiera al reconocer que ha traficado en las discotecas "light"."No lo hago directamente. Los chavales son los que acuden a mí. Es una cadena. Ellos se encargan de la venta. En las discotecas para adultos es donde realmente circula. Además, se vende más caro. Yo, normalmente, no vendo ni en discotecas ni en institutos".
Antonio declara que aunque comercia con la salud vive con la conciencia tranquila. "Si se quieren volver locos por culpa de esta mierda y destruirse, peor para ellos. Yo la podría consumir y no lo hago. Si no se la vendo yo lo va a hacer otro. Hay sustancias muy malas en la calle que te pueden matar por la basura que le echan". Asegura que a la cocaína le echan antidepresivo.
"¿Cuándo lo dejaré? No lo sé. En un par de años como mucho. Me gustaría montar mi propia empresa de pladur. Soy oficial de segunda".
fuente: http://www.diariodenavarra.es/20100221/navarra/el-dinero-mueve-droga-navarra.html?not=2010022102065986&idnot=2010022102065986&dia=20100221&seccion=navarra&seccion2=sociedad&chnl=10&ph=6
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