La crisis obliga a la banca a vigilar los gastos para mantener niveles adecuados de eficiencia. En España, el regulador pide un mayor esfuerzo.
La eficiencia, entendida como la capacidad de una entidad de gastar lo menos posible para generar sus ingresos, es una de las ventajas competitivas de la banca española. Esta ratio, que mide cuánto gasta una entidad por cada 100 euros que ingresa, es mejor cuanto más baja.
Según un ránking realizado con los datos de las cien mayores entidades por activos a nivel mundial, seis españolas se sitúan entre las primeras 25 del listado por eficiencia, con datos del primer semestre de este año. Dos de ellas, Banco Popular y Caja Madrid, están entre las primeras diez, en el quinto y el octavo lugar respectivamente.
En el puesto quince está BBVA, en el veinte Banesto, en el 22 Santander e inmediatamente después Sabadell. La lista está encabezada por el chino Bank of Beijin, que sólo dedica a gastos un 30% de sus ingresos. En el extremo opuesto se sitúa el japonés Bank of Yokoama, que gasta hasta el 78% de lo que ingresa.
Tónica internacional
Contar con una buena eficiencia es una asignatura fundamental para las entidades que, además, adquiere aún más importancia en el medio de una crisis. En las circunstancias adversas, las entidades financieras necesitan preservar la mayor parte posible de sus ingresos para poder dedicarlos a las provisiones que cubren los impagos. Por eso, el estricto control de gastos ha sido la tónica generalizada de las cuentas de la banca en el último año.
Tanto en Europa como en EEUU, las vías principales para lograr este recorte de costes han sido la reducción de la capacidad instalada y el adelgazamiento de las plantillas. España no ha sido un excepción en este panorama. Según el último Informe de Estabilidad Financiera del Banco de España, los gastos de explotación de la banca española crecieron un 9,4% interanual hasta junio. Sin embargo, si se descuenta el efecto perímetro de las adquisiciones realizadas por Santander, sobre todo en el Reino Unido, estos gastos "permanecen estancados respecto a junio de 2008 (0,18%)". La ratio de eficiencia del sector mejoró del 43% al 41,4%.
Las entidades cerraron casi 500 oficinas en España en un año, hasta situar su número en 45.137 al cierre del primer semestre. El número de empleados se ha reducido en menos de 10.000, hasta situarse en el entorno de los 266.000.
El Banco de España y la mayoría de los expertos están convencidos de que la banca española aún tiene margen para mejorar la eficiencia del lado del recorte de costes, ya que en los próximos trimestres será muy complicado aumentar los ingresos, por la recesión.
El regulador afirma que el proceso de cierre de sucursales y de reducción de personal "no ha alcanzado todavía la intensidad necesaria dados los riesgos a la baja sobre los resultados. Las entidades, en función de su posición financiera, han de enfatizar aún más procesos que permitan la racionalización de sus costes operativos para redimensionarse ante un contexto de menor crecimiento de la actividad y de la economía", según indica.
El regulador también insiste en que el sistema financiero español sigue siendo el que más oficinas tiene por número de habitantes, aunque matiza que no necesariamente tendrá que converger con los estándares europeos, ya que su modelo de negocio, especializado en banca minorista y cercano al cliente, justifica al menos en parte esta peculiaridad.
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