Hani El Nokraschy lidera uno de los proyectos más sugerentes del planeta en materia de energías renovables. Este ingeniero de origen egipcio pero afincado en Alemania es el vicepresidente de Desertec, el plan con el que 12 empresas energéticas (una de ellas Abengoa) quieren llenar el Sáhara y el norte de África de plantas termosolares para exportarla a través de líneas eléctricas a Europa. El Nokraschy resume la filosofía del proyecto: "El desierto es muy rico. En seis horas recibe más energía solar que la que la humanidad consume en un año. Así que Marruecos y España tienen mucha suerte de tener tanto sol".
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A las puertas de la cumbre de Barcelona, donde ha detallado el proyecto, señala: "Con 30 centrales entre Marruecos y Arabia podemos exportar energía solar a Europa equivalente a la de 100 centrales nucleares, y aún así dejar cuatro veces más en el terreno". Para ello, Desertec contempla la construcción de 20 líneas eléctricas, que dado el enorme rechazo popular que levantan suponen una enorme traba. "Eso es un problema de voluntad política. La mayoría irían subterráneas y, si hace falta, enterradas, aunque sea mucho más caro".
En España ya hay decenas de proyectos de plantas termosolares, pero rendirían más en África. "Andasol, que está en Granada, puede acumular electricidad para funcionar siete horas de noche. Si estuviera en el desierto, a sólo 200 kilómetros más al sur, podría almacenar hasta 14, porque la radiación es 2,5 veces más utilizable allí que en Andalucía. Si la planta termosolar está hibridada con una de gas el precio de la electricidad bajará hasta 14 euros el megavatio hora", menos de lo que ahora se paga en España por la luz en el mercado mayorista, explica el ingeniero.
La energía termosolar utiliza un enorme sistema de espejos, generalmente parabólicos, que concentran los rayos de sol en un punto. Así calientan un aceite, que a su vez crea un chorro de vapor de agua que genera electricidad en una turbina. Aunque en los ochenta se investigó mucho, casi se abandonó. Ahora, con la mejora de la tecnología, es una de las grandes esperanzas de las renovables.
Evidentemente, el plan tiene millones de incertidumbres -hay que invertir 400.000 millones de euros de aquí a 2050, ellos aseguran que la luz sale a un precio competitivo-, pero El Nokraschy no ve más que ventajas. Ni siquiera es un problema que requieran enormes cantidades de agua ("14 Nilos", dice él) en un continente seco: "Si la central está en el desierto se puede refrigerar por aire. Pierde rendimiento, pero al ser mayor la radiación se compensa. Y si se pone en la costa puede usar agua de mar. Además, la central térmica puede funcionar como una desaladora por condensación y cumplir dos funciones y abastecer estos países". Como en la central hay que calentar enormes cantidades de agua se puede aprovechar el procedimiento para retirar la sal del mar.
El ingeniero es el responsable de las negociaciones con los países del sur del Mediterráneo: "Al principio no lo veían muy claro, porque muchos tienen gas y petróleo. Pero les estamos convenciendo de que si esto se pone en marcha podrán guardar combustibles fósiles para las generaciones futuras. Aunque venga el coche eléctrico, tardará años. Así que estos combustibles serán necesarios durante décadas".
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