lunes, 9 de mayo de 2016

Los ricos viven 14,6 años más que los pobres y esa diferencia está aumentando

Hace poco me encontré con un estudio de la Universidad de Stanford que analizó 1,4 millones de declaraciones de impuestos, junto con los datos de mortalidad de la Seguridad Social para determinar la relación entre los ingresos y la esperanza de vida. Estas son las principales conclusiones (vía John Mauldin, un destacado experto financiero y autor de best sellers).
En primer lugar, cuanto mayores sean los ingresos mayor es la longevidad. Entre los hombres, el 1% más rico vive un promedio de 14,6 años más que el 1% más pobre. Las mujeres más ricas viven 10,1 años más que las más pobres.


En segundo lugar, la brecha es cada vez más amplia. Entre 2001 y 2014, la esperanza de vida aumentó 2,34 años para los hombres y 2,91 años para las mujeres en el 5% de la población que más gana. Los hombres y las mujeres en el 5% de la población que menos gana tuvieron sólo un cambio insignificante en el mismo período.

Algunos han dicho que estos datos son una razón más por la que tenemos que hacer algo acerca de la desigualdad de ingresos. Los ricos no sólo son cada vez más ricos; sino que también viven más. Esto parece injusto.

Por otra parte, ¿es realmente una sorpresa que las personas con más dinero vivan más? Estas personas tienden a tener dietas más saludables, una mejor asistencia sanitaria, tienen un acceso más inmediato a la atención médica de emergencia, viven en vecindarios más seguros, y evitan las carreras más peligrosas, por poner unos pocos ejemplos.

Pero, francamente, me sorprende que la diferencia se haya ampliado en "sólo" 2-3 años. Y no estoy seguro de que el gobierno pueda hacer algo para cambiar esta situación.


La clase alta ganó 2-3 años de esperanza de en sólo 13 años

La verdadera sorpresa para mí fue la rapidez con la que puede aumentar la esperanza de vida puede. En un solo período de 13 años, que (al menos para las personas con los niveles de ingresos más altos) pudimos generar dos o tres años más de vida. ¡Esas son buenas noticias! Hagamos lo mismo para el otro 95% de la población.

Si un grupo (en verdad favorecido) puede, en tan sólo algo más de una década, sumar 2-3 años en la esperanza de vida sin intentar conseguirlo conscientemente, imagínese lo que podría hacerse si esos esfuerzos fueran conscientes y concertados. Ya se está trabajando en eso en estos momentos en laboratorios de todo el mundo.


La única manera de cerrar la brecha y evitar la crisis de pensiones que se avecina

Es perfectamente razonable pensar que la próxima década traerá avances que sumen muchos años a nuestras esperanzas de vida. Es probable que logremos curaciones médicas para la obesidad, enfermedades del corazón y cáncer en los próximos 10 años (aunque el estilo de vida seguirá siendo un problema).

Los avances en la biotecnología médica darán lugar a una extensión radical de la duración de la vida.

Al igual que con todas las nuevas tecnologías, éstas serán caras al principio. No estarán disponibles al instante para todo el mundo. Pero tampoco lo fue la penicilina, o la vacuna contra la polio, o la cirugía de trasplante de corazón.

Tardó tiempo en extenderse. Sin embargo, espero que la tecnología para ampliar la vida se propague más rápido, por la sencilla razón de que tiene sentido económico mantener viva a la gente y más productiva el mayor tiempo posible. Esto será doblemente cierto en un mundo con menos jóvenes.

Además, gran parte de la nueva tecnología de extensión de la vida va a tener la misma escalabilidad que la que ha tenido la tecnología digital. Todos sabemos cómo los teléfonos y ordenadores se han abaratado. La atención médica está empezando a montarse en la misma ola tecnológica que nuestros dispositivos digitales favoritos.

Una vez dicho esto, hay que reconocer que la extensión de la esperanza de vida agravará el problema del envejecimiento mundial. Si persistimos en decir que todo el mundo puede jubilarse a los 65 ó 70 años, mientras se extiende la vida útil a 100 o más, la tasa de dependencia se disparará. Los trabajadores tendrán que cargar con la jubilación de sus padres y abuelos.

Esa fórmula, obviamente, no va a funcionar, pero lo hará si podemos hacer que las personas de 80 años del mañana tengan la misma salud que las personas que ahora tienen 60 años. La gente podría seguir trabajando hasta los 85 años y seguir siendo felices."

Fuentes: John Mauldin

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