viernes, 2 de agosto de 2013

"La misión principal de la escuela ya no es enseñar cosas"

"Internet lo hace mejor", dice Francesco Tonucci


"La misión de la escuela ya no es enseñar cosas. Eso lo hace mejor la TV o Internet." La definición, llamada a suscitar una fuerte polémica, es del reconocido pedagogo italiano Francesco Tonucci. Pero si la escuela ya no tiene que enseñar, ¿cuál es su misión? "Debe ser el lugar donde los chicos aprendan a manejar y usar bien las nuevas tecnologías, donde se transmita un método de trabajo e investigación científica, se fomente el conocimiento crítico y se aprenda a cooperar y trabajar en equipo", responde.
Para Tonucci, de 68 años, nacido en Fano y radicado en Roma, el colegio no debe asumir un papel absorbente en la vida de los chicos. Por eso discrepa de los que defienden el doble turno escolar.
"Necesitamos de los niños para salvar nuestros colegios", explica Tonucci, licenciado en Pedagogía en Milán, investigador, dibujante y autor de Con ojos de niño, La ciudad
de los niños y Cuando los niños dicen ¡Basta!, entre otros libros que han dejado huella en docentes y padres. Tonucci llegó a la Argentina por 15a. vez, invitado por el gobernador de Santa Fe, Hermes Binner, a quien definió como "un lujo de gobernante".
Dialogó con LA NACION sobre lo que realmente importa a la hora de formar a los más chicos y dejó varias lecciones, que muchos maestros podrían anotar para poner en marcha a partir del próximo ciclo escolar.
Propuso, en primer lugar, que los maestros aprendan a escuchar lo que dicen los niños; que se basen en el conocimiento que ellos traen de sus experiencias infantiles para empezar a dar clase. "No hay que considerar a los adultos como propietarios de la verdad que anuncian desde una tarima", explicó.
Recomendó que "las escuelas sean bellas, con jardines, huertas donde los chicos puedan jugar y pasear tranquilos; y no con patios enormes y juegos uniformes que no sugieren nada más que descarga explosiva para niños sobreexigidos".
Y que los maestros no llenen de contenidos a sus estudiantes, sino que escuchen lo que ellos ya saben, y que propongan métodos interesantes para discutir el conocimiento que ellos traen de sus casas, de Internet, de los documentales televisivos. "¡Que se acaben los deberes! Que la escuela sepa que no tiene el derecho de ocupar toda la vida de los niños. Que se les dé el tiempo para jugar. Y mucho", es parte de su decálogo.
De hablar pausado y de pensamiento agudo, Tonucci transmite la imagen de un padre, un abuelo, un educador que aprendió a ver la vida desde la perspectiva de los niños. Y recorre el mundo pidiendo a gritos a políticos y dirigentes que respeten la voz de los más pequeños.
-¿Cómo concibe usted una buena escuela?
-La escuela debe hacerse cargo de las bases culturales de los chicos. Antes de ponerse a enseñar contenidos, debería pensarse a sí misma como un lugar que ofrezca una propuesta rica: un espacio placentero donde se escuche música en los recreos, que esté inundado de arte; donde se les lean a los chicos durante quince minutos libros cultos para que tomen contacto con la emoción de la lectura. Los niños no son sacos vacíos que hay que "llenar" porque no saben nada. Los maestros deben valorar el conocimiento, la historia familiar que cada pequeño de seis años trae consigo.
-¿Cómo se deberían transmitir los conocimientos?
-En realidad, los conocimientos ya están en medio de nosotros: en los documentales, en Internet, en los libros. El colegio debe enseñar utilizando un método científico. No creo en la postura dogmática de la maestra que tiene el saber y que lo transmite desde una tarima o un pizarrón mientras los alumnos (los que no saben nada), anotan y escuchan mudos y aburridos. El niño aprende a callarse y se calla toda la vida. Pierde curiosidad y actitud crítica.
-¿Qué recomienda?
-Me imagino aulas sin pupitres, con mesas alrededor de las cuales se sientan todos: alumnos y docentes. Y donde todos juntos apoyan, en el centro, sus conocimientos, que son contradictorios, se hacen preguntas y avanzan en la búsqueda de la verdad. Que no es única ni inamovible.
-¿Cuál es rol del maestro?
-El de un facilitador, un adulto que escuche y proponga métodos y experiencias interesantes de aprendizaje. Generalmente los pequeños no están acostumbrados a compartir sus opiniones, a decir lo que no les gusta. Los docentes deberían tener una actitud de curiosidad frente a lo que los alumnos saben y quieren. Les pediría a los maestros que invitaran a los niños a llevar su mundo dentro del colegio, que les permitieran traer sus canicas, sus animalitos, todo lo que hace a su vida infantil. Y que juntos salieran a explorar el afuera.
-Varias veces usted ha dicho que la escuela no se relaciona con la vida. ¿Por qué?
-Porque propone conocimientos inútiles que nada tienen que ver con el mundo que rodea al niño. Y con razón éstos se aburren. Hoy no es necesario estudiar historia de los antepasados, sino la actual. Hay que pedirles a los alumnos que se conecten con su microhistoria familiar, la historia de su barrio. Que traigan el periódico al aula y se estudie sobre la base de cuestiones que tienen que ver con el aquí y ahora. Esto los ayudará a interesarse luego por culturas más lejanas y entrar en contacto con ellas.
-¿Cómo se puede motivar a los alumnos frente a los atractivos avances de la tecnología: el chat, el teléfono celular, los juegos de la computadora, el iPod, la play station?
-El colegio no debe competir con instrumentos mucho más ricos y capaces. No debe pensar que su papel es enseñar cosas. Esto lo hace mejor la TV o Internet. La escuela debe ser el lugar donde se aprenda a manejar y utilizar bien esta tecnología, donde se trasmita un método de trabajo e investigación científica, se fomente el conocimiento crítico y se aprenda a cooperar y trabajar en equipo.
-¿Es positiva la doble escolaridad?
En Italia llamamos a este fenómeno "escuelas de tiempo pleno". La pregunta que me surge es: ¿pleno de qué? Esta es la cuestión. La escuela está asumiendo un papel demasiado absorbente en la vida de los niños. No debe invadir todo su tiempo. La tarea escolar, por ejemplo, no tiene ningún valor pedagógico. No sirve ni para profundizar ni para recuperar conocimientos. Hay que darles tiempo a los niños. La Convención de los Derechos del Niño les reconoce a ellos dos derechos: a instruirse y a jugar. Deberíamos defender el derecho al juego hasta considerarlo un deber

2 comentarios :

  1. Maravilloso. Mientras en Japón se prohíbe a los niños llevar calculadoras a clase, aquí no les vamos a enseñar ni a multiplicar. Para qué; lo importante es que jueguen y sean felices. El futuro ya lo tenemos delante: quien demuestre conocimiento será un paria, especialmente si ese conocimiento no comulga con el ideario del gilipollas pedagogo que adoctrinó a quienes escuchan. A lo sumo podrá aspirar a tener un conocimiento enormemente especializado; fuera de ahí, ha de ser usted uno más. Por la cuenta que le trae. Y no hablo de bar, hablo también de reuniones de trabajo

    Y es que así como los psicólogos están dictando a la sociedad a través de las empresas, escuelas, prisiones, medios de comunicación, qué es el bien y el mal (empatizar es la clave del bien, individual y colectivo), así los pedagogos dictan qué es bueno y malo para la educación de los niños y jóvenes.

    Viene de lejos: que los niños -- y por extensión toda la sociedad-- sean felices, aunque cada día más borricos y peor educados.

    Es el adoctrinamiento que padecemos: quien no empatice, necesita ayuda. El objetivo de ese pedagogo es que el común de la gente acabe respondiendo a todo con las propias palabras empatizadoras que él emplea. El individuo ha de llegar al convencimiento, a ser posible desde la más tierna infancia, de que es libre porque tiene opiniones, que eso es lo importante, opinar, ya que tener conocimientos resulta reaccionario, incluso fascista; en el mejor de los casos, intolerable pedantería. En definitiva: borricos pero bien adoctrinados. Y felices, ya que si sospechan que no eres feliz el pedagogo te pondrá en manos del psicólogo. Y si fueras menor de edad, entonces pondrán a tratamiento a tus padres. (Si quieres joder a tu padre o a tu madre, cuéntale una película al profesor, luego al psicólogo. Si eres buen actor es posible que tu padre acabe ante un juez, y casi seguro que en la cárcel si cuentas con la colaboración de tu madre. Y todo por no dejarte ser feliz, porque la felicidad es un derecho, que así lo dice incluso la Constitución de los EEUU).

    Eso que propone el gogó italiano ya está previsto desde hace mucho:

    http://www.burbuja.info/inmobiliaria/conspiraciones/321906-sociedad-del-entetanimiento-y-escuela-de-ignorancia.html

    Psdt/ Consejo a todos: cuando vayan a cursos del INEM guarden absoluto silencio. Si no les queda más remedio que responder, busquen palabras groseras, o digan chachi o guay. Aguanten estoicamente las estupideces que cuentan los monitores, muchos de ellos escribiendo con faltas de ortografía espantosas, algunos esforzándose en hacer la pelota a los alumnos, sobre todo si son mujeres ("qué inteligentes sois las mujeres").

    Háganme caso: cierren el pico, porque si hacen alguna pregunta lógica o utilizan una sola palabra que no sea de uso habitual en los programas de televisión mayoritarios, se creará enemigos. Le tomarán manía, harán burla de usted. Y todo por no seguir los consejos de ser divertido, tal y como aconseja er nota ese italiano, que tie toa la rasón. Ya está bien de joé a los niños.

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  2. Autojustificación. (Por lo escrito anteriormente; que hasta ahí llega el sentimiento de culpa en los que no creemos en la estúpida variante rusoniana --hoy dominante-- de esa supuesta ciencia llamada pedagogía).


    Merece la pena el vídeo que les voy a vincular. Se tituta 'El poder de los introvertidos'. Dura solo veinte minutos, y la mujer, Susan Cain, hace una defensa muy bien razonada acerca del agobio que los introvertidos sufren, sufrimos, a manos de ese periquiteo totalitario que invade el mundo de hoy; desde los medios, el trabajo, la calle y hasta el patio de luces de nuestras casas. No hay matices: o eres divertido o eres un muermo. Todo tiene que ser divertido, hasta las matemáticas han de ser divertidas. Er nota italiano deaí arriba ya lo ha explicao mejó que yo.


    Soy muy introvertido, ya de niño tenía una tendencia acusada a jugar solo. En los últimos cinco años trabajé haciendo servicio dentro del coche, en descampados, polígonos y puertos (dicho así parezco una puta motorizada, con furgoneta, itinerante); solo y siempre en horarios noctunos de 9 ó 10 horas. No había muchos que lo soportaran, por eso el jefe me apreciaba tanto. Puedo pasarme una semana tras otra sin ver ni necesitar a nadie, todo los más unas palabras que cruce con la cajera del supermercado (y eso que ahora, con esto de la Red, eso de la soledad es muy matizable). Quizá sea esa la razón por la que escriba de manera torrencial; a veces 'Torrencial', como Torrente; llegando incluso a lo atorrante; lo mismo que cuando hablo con otros, especialmente si ese otro también es solitario, ya que los solitarios o no hablamos nada o hablamos sin tregua, a veces más de la cuenta. En estos casos --y sobre todo si hay buena bebida por el medio-- es frecuente que estemos diez horas hablando sin parar.


    Susan Cain, que lleva la inteligencia en la cara (se ve enseguida si alguien es inteligente o no, sobre todo si es una inteligencia crítica, vivaz) lo expone de manera muy diáfana, con sencillez y rigor.


    Pinchen abajo, cerca del 'play', en donde dice 'subtítulos', y busquen spanish; no es una traducción automática, sino muy cuidada, excelente. Y si quieren ampliar la pantalla, tienen arriba a la derecha un cuadrito para expandir.


    Espero que les guste. Dura solo veinte minutos y está muy bien.


    http://www.ted.com/talks/lang/en/susan_cain_the_power_of_introverts.html

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