viernes, 2 de diciembre de 2011

La Europa actual es como el Japón de los 90. Acostúmbrense a los disturbios sociales.

Estamos acabando el 2011, y en a partir de ahora vamos a asistir a sucesivas previsiones para el 2012, tanto de la evolución de los mercados financieros, como de la situación macroeconómica. Haremos referencia a algunas de las previsiones más destacadas, pero querríamos empezar con uno de los analistas que ha demostrado mayor acierto en años anteriores: Graham Secker de Morgan Stanley.

Si utilizamos el comportamiento inversor de los últimos 25 años, la renta variable podría tener una gran actuación en el año 2012. Muchos inversores consideran que las valoraciones de las acciones son bajas, que los responsables políticos son conscientes de las medidas que hay que tomar, que el mundo está inundado de dinero en efectivo, que los balances de las empresas son fuertes, y que aunque Europa está cayendo en una recesión, la historia sugiere que las acciones no se ven influidas en el comienzo de dicho evento. Algunos de estos razonamientos es probable que provoquen rebotes en renta variable en 2012.

Sin embargo, creemos que el fin del superciclo de deuda en los mercados desarrollados hace que este modelo sea obsoleto en el largo plazo. En este contexto, creemos que el mercado de acciones volverá a lidiar en 2012, con un débil crecimiento, limitada eficacia de las iniciativas políticas, disturbios sociales y medias, más que baratas, valoraciones.

En 2011 hubo multitud de acontecimientos significativos. Para nosotros, el acontecimiento más importante para los inversores fue la confirmación de que hemos llegado al final del superciclo de deuda en los mercados desarrollados. En Europa podemos apoyar esta hipótesis señalando el fuerte deterioro en el crecimiento del PIB y la creciente tensión en la mayoría de los mercados de deuda pública. Si bien estas señales no son necesariamente evidentes en los EE.UU., la pérdida de su calificación AAA en verano, es probable que sea un precursor de los nuevos acontecimientos en los próximos dos años. Por supuesto, el final del superciclo de deuda - y las consecuencias para los inversores – serán protagonistas a lo largo de los próximos años.

Para determinar el impacto a largo plazo del desapalancamiento, tenemos sólo dos ejemplos históricos: los EE.UU. en los años 1930 y 1940 y Japón en los últimos 20 años.

Secker reconoce que Japón es el más similar a Europa, aunque de ninguna manera es una comparación perfecta. Japón, por ejemplo, nunca experimentó una crisis de deuda soberana, a pesar de que los ratios de deuda sobre PIB estaban por encima de algunos PIIGS. Sin embargo, Secker cree que ofrece una guía útil para invertir en los próximos años:

1) El crecimiento económico será más lento y más volátil. En los 20 años anteriores al estallido de la burbuja japonesa a principios de la década de 1990, el PIB per cápita de Japón creció a un promedio del 3,4 por ciento, con sólo una recesión en 1974-75. Sin embargo, en los siguientes 20 años hubo seis recesiones, y PIB per cápita promedio es de sólo un 0,8 por ciento.

2) La política fiscal gana importancia cuando las tasas de interés son muy bajas. Cuando el sector privado de la economía está en modo desapalancamiento, las tasas de interés pueden permanecer bajas durante un largo período, sin embargo, la falta de apetito por la deuda significa que la capacidad de generar crecimiento en la economía sigue siendo pobre. Si las tasas permanezcan bajas durante un largo período de tiempo, la falta de cambio significa también que los tipos no ejercen mucha influencia en el crecimiento económico. En cambio, la actividad económica se ve más afectada por los cambios en la política fiscal interna y las perspectivas de crecimiento externo (exportaciones).

3) El rendimiento del mercado de acciones será débil y volátil. Entre 1970 y 1990, la renta variable japonesa produjo un retorno del 8 por ciento en tasa acumulada en términos absolutos, y superó a los mercados globales en un 16% anual. Desde 1990, las cifras son -8 por ciento y -6 ciento, respectivamente. Si se excluye el alza y la baja extrema de la década de finales de los 80 y principios de los 90, observamos que el rendimiento medio entre 1993 y 2007 fue del 2%. Esto se compara con el 12% para el MSCI World.

Pero que significará para los inversores este fin de superciclo de deuda. Seckers señala que las consecuencias de este proceso es probable que sean:

1) Más protestas sociales y trastornos económicos, como huelgas.

2) Aumento de la presión política por parte del electorado, con la esperanza de proteger a sus niveles de vida.

3) Aumento de políticas “populistas”.

4) Aumento de impuestos.

lacartadelabolsa

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