martes, 6 de diciembre de 2011

Comparaciones comparadas

Dicen que las comparaciones son odiosas; pienso que depende. El Consenso de Frankfort es estructuralmente parecido al de Washington: tanto uno como otro van en la misma dirección: sanear y estabilizar no importando quien se quede por el camino (bueno, si se queda por el camino un belga le darán un mendrugo de pan bastante más grande del que le dieron a un hondureño cuando se quedó); pero Europa 2011 no es lo mismo que Latinoamérica 1985.

Con los parones sucede algo parecido: una situación deflacionaria es una caída de precios de todo acompañada de una restricción de la actividad que hace que los ingresos fiscales caigan y que las rentas monetarias disminuyan porque el desempleo de todos los factores productivos aumenta, situación que se prolonga en el tiempo como la niebla de un pantano; algo así se dio en Japón en los 1990 (y sigue) y se está empezando a dar en Europa hoy (y en USA, pienso, a partir de mañana), pero Europa y Japón se hallan muy, muy lejos.

La crisis latinoamericana de los 80 fue fruto de las políticas de Gobiernos populistas y caciquiles que venían de disfrutar de unos ingresos obtenidos en la II Guerra Mundial obtenidos de vender a todo el mundo y que fueron alimentados por unos créditos ilimitados concedidos por banqueros que no tenían a quien prestar debido a la recesión de los 70 en el resto del mundo (si, evidentemente: la Política de Sustitución de Importaciones puesta en marcha por esos Gobiernos mucho tuvo que ver). Cuando la situación se dio la vuelta en los 80, los tipos de interés volvieron a aumentar y en aquellos países se instalaron las ‘dictaduras amigas’ (Ronald Reagan dixit) y se acabó el carbón. Y para solucionarlo fueron llegando los chicos del Consenso de Washington.

Lo de Japón fue diferente. Fue un expolio perpetrado en el Plaza y en el Louvre. USA obligó a Japón a revaluar el Yen so pena de que volviese el espectro de MacArthur, y Japón comenzó a externalizar producciones como un poseso para compensar la caída de competitividad que experimentó, y, en el interior -y aquí la cagó- se lanzó a la hiperespeculación con créditos baratos concedidos en despachos sin ventanas. Cuando la especulación de los tulipanes, perdón, de los centímetros cuadrados de inmuebles y de los valores bursátiles acabó, el Japón interior estaba hundido y el exterior viviendo en otra galaxia. Aquí no vinieron los chicos del Consenso porque no hacía ninguna falta: el ahorro interno era ultraespectacular, pero daba igual: Japón ya había dejado de ser quien había sido.

La UE / UEM hoy (y USA mañana: es la siguiente) van por otro lado. Ambas se hallan al final de un ciclo de crecimiento generado a base de hipercrédito y megaendeudamiento iniciado en los 2000, y ya no hay créditos que conceder por parte de unas entidades financieras superendeudadas y llenas de agujeros: sus activos basura, a unas empresas que deben lo que no está escrito o a unas familias endeudadas por un montón de años y con su empleo en el aire, ni deuda alguna que aumentar. Y, además, el panorama muestra una disponibilidad de recursos en declive. Y sí, el Consenso de Frankfort va a hacerlas pasar putas a muchos, y sí: se parece en todo al de Washington, pero la deuda acumulada en los 2010s no es la de los 1980s ni las expectativas hoy son las de los 1990s.

Pienso que la única salida, ya saben, es que todo se haga más pequeño y que su dimensión se adapte a lo que en verdad se tiene: a aquello con lo que se puede contar, a la vez que se optimiza la utilización de los recursos disponibles a través de una productividad creciente. Y no eso no reduce ni un ápice el desempleo estructural: lo aumenta. Y, ¿quiénes harán algo así?, pues los Gobiernos de técnicos que vienen: la manifestación operativa del espíritu de las megacorporaciones: el Imperio. ¿No habría una alternativa?, sí: una revolución: pero ni están ya de moda ni quedan monarcas absolutos a quienes cortar el cuello.

La verdad pura y dura es que ayer nos comimos los recursos -escasos- de los treinta años siguientes, que ahora se debe lo que no se puede pagar, que el modelo aún en uso no tiene ni puta idea de cómo se arregla eso porque en su programa de funcionamiento no hay instrucciones de cómo arreglar algo así. ¡Y en el reino hablando de una reforma laboral para, a golpe de decreto, reducir el desempleo!.

En resumen. Esta crisis empezó a finales de los 80 cuando el modelo se demostró agotado y, para seguir, se permitió a todo el mundo que se endeudase con bits hasta donde hiciese falta a fin de crecer lo máximo posible y obtener unos beneficios cada vez más espectaculares.

Por eso esta crisis es sistémica, exactamente, como la Depresión, y por eso son estructuralmente tan parecidas.

Interesante el texto que El País publico el 04.12.2011 en sus Págs. 24 y 25, ‘Matar al euro’; su autor el Dr. Paul Krugman. Dice el texto que la solución está en gastar, no en ahorrar, en inyectar dinero no en sacar las tijeras. No estoy de acuerdo. Pienso que antes de sacar las tijeras habría que haberse efectuado un análisis de lo que se estaba gastando: ‘Estos X millones que se gasta en tal cosa, ¿se están gastando bien?’, y eso, por motivos políticos, no se ha hecho ni pienso que ya vaya a hacerse: no hay narices, pura y simplemente. Pero hay más.

Decir que la solución está en gastar pienso que equivale a decir que hay que meter más porque no se ha metido lo suficiente, dando por supuesto que si se metiese más las cosas se solucionarían, y no. Decir eso equivale a que decir que la capacidad de endeudamiento puede crecer de forma infinita y que la cantidad de que puede disponerse es ilimitada, y el caso es que no a las dos cosas. Y no, pienso que no se trata de un tema de inflación: ¿cómo va a serlo con todo lo que se debe?.

En Europa los planes E acabaron empeorando las cosas: nada resolvieron y generaron unos déficits de pánico o crearon falsas expectativas en algunos países porque gracias a los planes E de otros sitios vendieron de todo. ¿Seguir gastando?. USA gastó y lo sigue haciendo y algunos le ponen como ejemplo, pero USA cada vez debe más, y USA hace eso porque el resto del planeta le presta debido a que imprime unos papeles que ese resto del planeta ha convertido en refugio. Pero la economía USA es débil: cada vez debe más, cada vez depende más de todos, cada vez su desempleo de larga duración es mayor, cada vez las expectativas de su ciudadanía son menos, y cada vez la confianza en que USA pague lo que debe es más baja: USA debería crecer al 5% durante cinco años para que su población desempleada volviera a la situación en la que se hallaba en el momento previo a la precrisis: una utopía, y el 65% del PIB USA lo genera el consumo: una insostebibilidad.

Pienso que USA va a tener problemas, muchos y muy gordos, como todos, pero USA más porque caerá desde más arriba, desde más arriba cuanto más se dedique a gastar ahora. ¿Gastar más?, sigo pensando que no.

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.

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