jueves, 24 de noviembre de 2011

Tendremos un difícil final de año para los mercados de acciones.

Philippe Gijsels no deja de sorprenderme. Gijsels es el jefe de análisis de BNP Paribas Fortis, y lleva años siendo bajista. Lo que me sorprende no es que crea desde hace muchos meses que las bolsas vayan a bajar, en mayo de 2010 afirmaba que los mercados volverían a tocar los mínimos de 2009, sino que no es habitual que el responsable de gestión de una casa tan grande como BNP Paribas tenga una posición tan honestamente bajista, en una profesión en la que durante muchos años se “recomendaba” a los gestores y analistas que cambiarán la palabra tendencia bajista por correctiva, para no ahuyentar a los inversores. Mi más profundo respecto por este gestor, que equivocado o no, ha defendido lo que siempre ha creído.

Bien, pues Philippe Gijsels recientemente afirmó que no le sorprendería ver en estos meses una repetición de 1953. En aquello año, después de un verano muy débil para los mercados de valores, las acciones se recuperaron fuertemente en septiembre y octubre, para perder posteriormente mucho terreno en los dos últimos meses del año.

Para que nos hagamos una idea, el Dow Jones cerró por debajo de los 600 puntos, después de haber alcanzado niveles por encima de los 1.000 puntos a principios de 1971. Esto demuestra, según Gijsels, que la estacionalidad de los mercados no siempre funciona, y que nunca se puede excluir sorpresas desagradables en el mercado, incluso en un período tradicionalmente fuerte.

¿Cuáles son los fundamentos detrás del punto de vista de Phillip Gijsels?

En primer lugar, está claro que las preocupaciones que rodean la deuda soberana en Europa no han disminuido. La debilidad se ha extendido, en vez de contenerse. Prácticamente todo el mundo en los mercados cree que una solución final incluye una intervención masiva del Banco Central, todo el mundo menos el BCE y Alemania, al parecer.

Ellos ven la financiación del BCE como un mero estabilizador en el mejor de los casos. Tienen miedo de que cuando de que cuando la presión sobre los políticos se suavice, y se relajen los mercados, el incentivo para acometer las necesarias reformas estructurales, se derritan como la nieve en un día cálido y solado. Y sin duda tienen razón.

Sin embargo, lo que olvidan es que los problemas de liquidez se transforman rápidamente en problemas de solvencia de los países con más altos niveles de deuda, respecto a sus productos interior bruto. Y no nos equivocamos al respecto, el contagio es muy real y los países con relativamente buenos fundamentales están siendo afectados. Y cuanto más tiempo se prolongue la crisis, los daños sobre la economía real y el poder de financiación de algunos países de la periferia, serán más graves y permanentes.

Con el tiempo, el BCE probablemente se vea obligado a tomar medidas más drásticas, pero todavía no. Por lo tanto, la presión y la volatilidad en los mercados de deuda pueden persistir. Esto tendrá también un impacto negativo en los mercados de activos de riesgo como las acciones.

Los mercados de valores están al mismo nivel o en algunos casos más altos que hace un mes, mientras que los diferenciales se han incrementado sustancialmente. Hay dos explicaciones posibles para esto, una positiva y otra claramente menos favorable.

Una razón podría ser que el lado corporativo en EE.UU. y en Europa es con claridad la parte más saludable de la economía. Las empresas han hecho grandes avances en la reducción de costes, sus últimos resultados han sido fuertes, y los balances no están demasiado endeudados, y tienen bastante efectivo. Si los inversores se cansan de la deuda pública, el dinero tiene que fluir a alguna parte, y los bonos corporativos y las acciones parecen por lógica un refugio seguro.

Sin embargo, también hay una explicación menos positiva. A menudo se dice en tono de broma que los inversores en acciones a menudo necesitan más tiempo para entender la situación que los de bonos o los de divisas. Ese fue el caso después de la debacle de Lehman.

Está claro que hay una manera sustancialmente diferente en el que el mercado de deuda y el de acciones ven el mundo. Y esa discrepancia no puede durar para siempre.

Mientras tanto, las condiciones técnicas siguen deteriorándose. Durante el verano, se rompieron un buen número de tendencias alcistas en varios índices mundiales. El movimiento alcista de septiembre y octubre parece ser un pull back a esas tendencias alcistas rotas. Cuando los mercados una vez más se muevan hacia abajo, como parece que está sucediendo ahora, señalarían la continuación de las tendencias bajistas iniciadas en verano.
No se puede excluir una fuerte tendencia alcista en las bolsas cuando el BCE finalmente tome medidas drásticas para atajar la crisis. Sin embargo, muchos indicadores parecen coincidir en señalar que tendremos un difícil final de año para los mercados de acciones.

lacartadelabolsa

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