lunes, 26 de septiembre de 2011

Cul-de-sac

La situación que estamos viviendo, la economía internacional, recuerda al decorado, a la atmósfera del film de Roman Polanski (1966). En el film era imposible una salida al modo como al inicio de la trama se hubiese querido, del mismo modo que ahora es imposible una salida a esta crisis como al principio se hubiese deseado..

Recortes, recortes, recortes. ¡Recortes!. Empeoramiento de los servicios públicos, caída de los ingresos por caída de la recaudación fiscal debido a la caída de la actividad económica y a las reducciones de impuestos prometidas en campaña. Voladura controlada del modelo de protección social porque no puede financiarse lo que cuesta atender todas las prestaciones posibles a toda la población existente. Protestas, porque la población no lo entiende.

La población. A la población se le dio todo lo que se le dio, se le concedió todo lo que se le concedió, se le permitió todo lo que se le permitió, porque era necesario que estuviese tranquila a fin de que produjese lo que luego iba a consumir y, así, ser fuente de beneficios para los propietarios del capital. El modelo funcionó muy bien mientras la mayor cantidad posible de población fue necesaria para producir y consumir, a medida que eso dejó de ser así fueron empezando los recortes, los empeoramientos en la prestación de servicios, los problemas; primero suavemente -doucement-, más agresivamente ahora, a sangre y fuego mañana. No hay más.

Hoy no hay dinero, no, pero la verdadera verdad es que ya no es necesaria esa protección social para una creciente parte de la población que cada vez va a ser menos necesaria. Si estuviésemos en Julio del 89 y mañana fuese día 14 y si esa población que crecientemente va a tener acceso a menos servicios estuviese muy concienciada, existiese alguna élite que le interesase que hubiese follón, y las revoluciones estuviesen de moda, podría pensarse en algún movimiento popular de alguna entidad, pero como nada de eso sucede, pues na de na.

Na de na. ‘Alcanzar al déficit pactado’, ‘Calmar a los mercados’. ¿Conocen la expresión ‘Escrito en el agua’?. Hasta Mayo del 2010 se inyectó un dineral creyendo que era posible salir utilizando las mismas herramientas que nos habían llevado al desastre (y de paso algunos se forraron: siempre pasa). Cuando se vio que arreglar así las cosas era imposible se ha pasado al recorte, a la motosierra: había que eliminar los déficits que asustaban a los mercados. (¿Han reparado que mientras se gastó a mansalva ‘los mercados’ no dijeron ni pío?: ya les iba bien: era negocio y era dar papelitos que luego habría que devolver: ahora; y sí, como Latinoamérica en los 80).

Ahora hay que recortar a fin de reservar pasta para que los mercados cobren, pero el mecanismo de la crisis ya está en marcha y no tiene reversa, ni freno. Entre 1991 y el 2007 se creció lo que se creció a base de aumentar el endeudamiento hasta cotas jamás imaginadas: sí no, no se hubiese crecido. Cuando llegó el agotamiento, anfetaminas, que han causado un déficit monstruoso y han acabado de poner sobre la mesa que la deuda es impagable. Cuando el bote de anfetas se ha acabado sólo queda la motosierra, pero entonces … no se crece, o se crece poquísimo, tanto para atender lo básico como para pagar lo que se debe, como para seguir reduciendo el déficit.

Pienso que nadie va a cumplir sus previsiones de déficit porque, pura y simplemente, no se pueden cumplir debido a que el crecimiento se va a detener y ya no va a haber de donde recortar, y eso dando por supuesto que la población acepte sin más la caída a plomo de su estándar de vida y su empobrecimiento. Y tampoco ‘los mercados’ van a cobrar lo que se les debe, al menos no con dinero: no va a haber forma de generarlo porque no se va a crecer. Ni el desempleo del factor trabajo va a disminuir debido a que sólo se fabricará aquello que sea estrictamente imprescindible con la poca financiación que haya, al margen de que la creciente productividad hará menos necesario el factor trabajo. El consumo será escaso, y de bienes de escaso valor debido a que las rentas serán reducidas y el desempleo alto, por lo que el crecimiento será nimio. Y la deuda seguirá ahí esperando: toda la deuda de todos los que deben: de todos.

El resultante de esto: un estado deflacionario, con una caída de PIB, ¿del 20%?, y con un retroceso equivalente ¿a 20 años?, con el agravante de que las expectativas ya no son como fueron: en la Depresión la disponibilidad de commodities se creía ilimitada y la deuda total ridícula en comparación con la que hoy es. Y sí, en los años 30 muy, pero que muy pocos tenían un Mercedes SSK, porque poquísimos tenían acceso a tenerlo, pero en el 2006, cuando el mundo aún iba bien, cualquiera podía acceder a un Mercedes Clase C con todos los extras habidos y por haber. En eso consistió la democracia y en eso consistió el crecimiento.

¿Qué viene ahora?. Con una deuda tremebunda, con las entidades financieras interpenetradas por la deuda de todos y con las suyas, con todos debiendo a todos, con una tendencia del consumo en caída libre, con el crédito congelado, con la actividad a la baja, con una oferta de trabajo excesiva, con una recaudación fiscal en descenso, ¿qué creen que viene?. Algo muy feo, claro que, ¿quién creía que las crisis sistémicas eran suaves y pasajeras?.

(Ya lo hemos comentado, pero hagámoslo otra vez. Se está hablando de la III Guerra Mundial, como en la Depresión llegó la II. En absoluto. Rotundamente no. De entrada hoy no existe ni sombra de la base ideológica que entonces había: hoy la ideología imperante es la no-ideología; eso por un lado, por otro, de empezar, sería una guerra muy, muy corta: un misil de crucero con una cabeza de un megatón disparado desde 3.000 Km (que por cierto tiene un error de puntería de cinco metros) no deja títere con cabeza en un radio de 30 Km y secuelas durante décadas, y en el planeta hay más de 20.000 misiles, y eso dejando al margen la batería de virus, bacterias y gases tóxicos que llenan los arsenales de quienes dicen no tener nada de todo eso. ¿Quién quiere una guerra en la que quienes ganaran podrían acabar teniendo más pérdidas que quienes perdieran?).

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.

No hay comentarios :

Publicar un comentario

m