martes, 19 de abril de 2011

La nueva Guerra Fría: Arabia Saudita vs Irán

El sábado 16 de abril The Wall Street Journal publicó un interesante artículo sobre el equilibrio geopolítico en Oriente Medio, y la nueva “Guerra Fría” que se avecina entre los dos grandes poderes actuales de la zona, Irán y Arabia Saudita. Resumiré los principales puntos de este artículo. Durante los últimos tres meses, el mundo árabe se ha visto inundado de protestas y manifestaciones. Se ha llamado a este movimiento social como la “Primavera Árabe” en alusión al movimiento de la “Primavera de Praga de 1968”.

Pero con respecto a la floración de corta vida de las protestas de hace 40 años en Checoslovaquia, la actual está desarrollándose y finalizando de otra manera. Para toda la atención que las protestas en Oriente Medio están recibiendo, su impacto más notable no ha sido el surgir de la democracia, sino el aumento dramático de las tensiones entre los dos titanes de la zona, Irán y Arabia Saudita.

“La guerra fría es una realidad. Irán está tratando de expandir su influencia. Esta inestabilidad en los últimos meses significa que no podemos tener el lujo de sentarse y ver los acontecimientos”, afirmó un funcionario saudita.

El pasado 14 de marzo los tanques y las tropas saudíes cruzaron la frontera del reino de Bahrein. La familia gobernante, aliada saudí, apeló a su asistencia en relación con las protestas cada vez más grandes.

Por otro lado, el parlamentario iraní Ruhollah Hosseinian instó a la República Islámica para poner sus fuerzas militares en máxima alerta. “Creo que el gobierno iraní no debería ser reacios a poner en alerta a sus fuerzas militares, en un momento en que Arabia Saudí ha enviado sus tropas a Bahrein”, afirmó.

La intensificación de las disputas en el Golfo Pérsico ha tensado las relaciones entre los EE.UU. y sus importantes aliados árabes, ha impulsado el precio del petróleo a tres dígitos. Pero muchos temen que las alzas podrían ser mucho mayores si las tensiones continúan al alza.

Según diversos especialistas existe una posibilidad de conflicto real militar en el Golfo, donde una quinta parte del suministro de petróleo mundial recorre las rutas de navegación entre Arabia Saudita e Irán. La creciente hostilidad entre Irán y Arabia Saudita podría dificultar la salida de EE.UU. de Irak este año, según estaba previsto. Y quizás lo más grave, podría exacerbar lo que muchos temen con una carrera nuclear en la región.

Irán siempre ha seguido un programa nuclear, que insiste es exclusivamente de usos pacíficos de generación de energía, pero que los EE.UU. y Arabia Saudita creen que está realmente destinada a producir un arma nuclear.

En una reciente conferencia de seguridad, el príncipe Turki al Faisal, un ex jefe del servicio de inteligencia saudí y embajador del Reino Unido y EE.UU., sugirió enfáticamente que si Irán desarrolla una arma nuclear, Arabia Saudita podría sentir la presión para desarrollar una propia.

Los saudís actualmente confían en el paraguas nuclear de EE.UU. y en el sistema de defensa antimisiles desplegado en el Golfo Pérsico. Sin embargo, incluso los saudíes que odian virulentamente a Irán, tienen dificultad para creer que la República Islámica de Irán podría lanzar un ataque nuclear contra el lugar de nacimiento de su profeta y su religión. El gobierno iraní dice que ha renunciado al uso de armas nucleares.

Arabia Saudita es un reino sunita musulmán de origen árabe. Irán es una república islámica chiíta poblada por persas étnicos. Los chiítas rompieron con los sunitas por la línea de sucesión tras la muerte del profeta Mahoma en el 632. Los sunitas han sido considerados como una secta herética desde entonces. Los árabes y los persas, junto con muchos otros pueblos, han competido por la tierra y los recursos de Oriente Medio durante casi todo el tiempo.

En estos días, la geopolítica también juega un papel importante. Irán mantiene su dominio en siria y los grupos militantes Hezbollah en el Líbano y Hamas en los territorios palestinos. En el ámbito de Arabia están las monarquías del Golfo suní, liderada por Egipto, Marruecos y la otra principal facción palestina, Al Fatah. El campo de Arabia es pro-occidental y se inclina hacia la tolerancia del Estado de Israel. Irán es desafiante frente a Occidente e Israel.

Pero la confrontación se extiende mucho más allá del campo de batalla del Líbano. Hace dos años, los saudíes descubrieron los esfuerzos iraníes para difundir la doctrina chiíta en Marruecos, y utilizar algunas mezquitas como base para esfuerzos similares en África subsahariana. Emisarios de Arabia entregaron esta información al rey Mohammed VI, Marruecos enojado rompió relaciones diplomáticas con irán. Un escenario similar se pudiera estar viviendo ahora en Indonesia.

Los funcionarios en Arabia vieron con alarma las manifestaciones en Egipto, y la destitución de su ex presidente Mubarak, pues le consideraban como un baluarte fundamental en contra de un Irán expansionista. Perder Mubarak quiere decir que los sauditas se ven así mismo como los últimos gigantes sunitas en la región.

Los saudíes se agitaron aún más cuando las protestas se acercaron a sus propias fronteras. En Yemen, frontera sur, decenas de miles jóvenes manifestantes se reunieron para exigir la destitución del régimen, encabezado por el presidente Ali Abdullah Saleh.

Mientras tanto, manifestantes se reunieron en Bahrein a cientos de miles. La mayoría de los manifestantes eran chiíes de Bahrein, con una larga lista de quejas sobre la discriminación económica y política. Sin embargo, algunos sunitas también se manifestaron, exigiendo mayor participación en un gobierno dominado por la familia Al-Khalifa desde el siglo XVIII.

Los observadores independientes, incluidos del gobierno de los EE.UU. no vieron ninguna señal de que las protestas eran otra cosa que los movimientos surgidos por problemas locales, sin ningún tinte sectario. Pero los saudíes creen que el creciente desorden en sus fronteras se ajusta a un patrón de interferencia iraní. Un año antes, estaban convencidos de que Irán estaba alimentando una rebelión en el norte de Yemen entre un grupo de rebeldes chiíes conocidos como Houthis.

Irán por su parte está viendo como un régimen tras otro apoyado por Occidente se encuentran contras las cuerdas. El país intensificó su retórica y comenzó a utilizar los medios de comunicación estatales y regionales de los canales satélites en lengua árabe para apoyar los levantamientos a favor de la democracia.

“Hoy en día los acontecimientos en el Norte de África, Egipto, Túnez y otros países, tienen otro sentido para la nación iraní. Es el mismo ‘Despertar Islámico’, que es el resultado de la victoria de la gran revolución de la nación iraní”, afirmó el ayatolá Ali Jamenei.

Irán también transmite los discursos de los líderes de Hezbollah en Bahrein, animando a los manifestantes. Funciones de Bahrein han afirmado que Irán ha ido más allá, suministrando dinero y armas a algunos miembros extremistas de la oposición. Los líderes de la protesta negaron vehemente cualquier vínculo con Irán, y los diplomáticos extranjeros en la zona afirmaron que hay pocas evidencias de esto.

Si Irán y Arabia Saudita responden a amenazas y oportunidades externas, algunos analistas y diplomáticos ven un escenario más complicado. Dicen que el aumento gradual de las tensiones regionales tienen otra fuente: el miedo a la democracia misma.

Mucho antes de que las protestas derrocaran a gobernantes en el mundo árabe, Irán luchó contras las masivas protestas en las calles durante más de dos años. Logró su control con el uso masivo y a menudo mortal de la fuerzo.

Arabia Saudita ha mantenido la vigilancia sobre su propia población de los chiítas, que viven en la rica provincia petrolera oriental, con frontera marítima con Bahrein. A pesar de una pequeña, pero enérgica comunidad activista, Arabia Saudita ha evitado protestas masivas durante la primavera árabe, pero ha habido unas cuantas protestas y algunos enfrentamientos con los servicios de seguridad en la Provincia Oriental.

Los problemas regionales han llegado en un momento difícil a nivel nacional de Arabia Saudita. El rey Abdullah, de 86 años de edad, fue hospitalizado en Nueva York, para recibir un tratamiento para una lesión en la espalda, justo cuando las protestas árabes comenzaron. El Príncipe heredero, el Sultán Bin Abdul Aziz, es sólo un poco más joven y se piensa que está demasiado enfermo para convertirse en rey. El tercero en la línea de sucesión es el príncipe Nayaf Bin Abdul Aziz, tiene alrededor de 76 años de edad.

Desde el 14 de marzo (despliegue de las fuerzas de Arabia en Bahrein) la guerra fría se ha intensificado. Kuwait expulsó a varios diplomáticos iraníes después de haber descubierto y desmantelado una célula de espionaje iraní. Los saudíes han afirmado que a final de año aumentará el tamaña de sus fuerzas armadas y de la Guardia Nacional.

Irán y Arabia Saudita, de manera alarmante, se están lanzando amenazas directas, según fuentes de la zona.

fuente: http://lacartadelabolsa.com/leer/articulo/la_nueva_guerra_fria_arabia_saudita_vs_iran

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