jueves, 3 de febrero de 2011

Y NO, YA NO ES EL "¡YO POR MENOS!"

Bien. De momento la planta de Nissan de la Zona Franca de Barcelona ha ganado la concesión del famoso pick-up, y digo ‘de momento’ porque nada garantiza que sí, por ejemplo la energía sube más de lo que la matriz ha previsto, vuelva a solicitarse a los trabajadores un nuevo ajuste de ‘salarios-tiempo de trabajo’ a fin de compensar tal aumento; tampoco que si las ventas no van como se esperan, la dirección plantee un ERE, temporal, naturalmente, Pero, sí, a día de la fecha, el pick-up va a empezar a salir de la planta de Barcelona … en el 2014: ¡2014! en pleno estancamiento tras los años anteriores de caídas.

Y eso, el que los trabajadores de Nissan hayan tenido que aceptar las condiciones que han aceptado, plantea una pregunta que nadie se atreve a plantear porque es fea, muy fea: feísima. ¿Dónde se halla el límite al que unos trabajadores han de llegar para que una empresa no se vaya del lugar en el que está ahora asentada?, es decir, ¿hasta dónde han de rebajarse el salario los trabajadores de una planta que fabrique lo-que-sea, en cuánto han de estar dispuestos empeorar esos trabajadores sus condiciones de trabajo para que esa compañía no se mueva de donde está y siga alimentando de pedidos sus instalaciones?.

Es absolutamente lógico -en la lógica del no-hay-alternativa- que los trabajadores de la planta que Nissan tiene en la Zona Franca de Barcelona hayan votado afirmativamente estar peor a cambio de poder estar, la pregunta es hasta dónde se está dispuesto a llegar, ellos y todos, debería plantearse porque el de Nissan ha sido el primer gran caso, pero van a llegar más, y ya están llegando más: desde hace tiempo: a pymes, a micro pymes, pero no salen en los papeles: ¿a qué políticos molestan los gritos que puedan dar seis trabajadores?, pero los de Nissan pueden colapsar Barcelona, y eso sí puede molestar.

Y no, ya no es el ‘¡Yo, por menos!’ de la I Revolución Industrial: esa batalla ya empezó a perderla el factor trabajo en mismo momento que una tecnología sustituyó a una persona y esa persona tuvo que aceptar un empeoramiento en sus condiciones de trabajo para encontrar otro empleo en otra parte. Una mayoría creciente de factor trabajo es crecientemente menos necesario, y la mayor parte del que lo es lo es a un coste menor. Insisto: ¿dónde se halla el límite?.

La aceptación de un empeoramiento en un lugar tapa un agujero durante un tiempo, nada más, pero no resuelve nada. Hay quienes dicen que es temporal: cuando ‘las cosas mejoren’ se recuperará lo perdido, y no: cualquier ventaja social perdida es permanente porque, al menos, siempre podrá mantenerse operativa la esencia -declarada- que llevó a esa pérdida: el mantenimiento de la competitividad. Siempre. En el caso de Nissan la reducción de costes: ¿cómo va a aceptar la matriz, por muy bien que vuelvan a ir las cosas cuando sea que ello ocurra, que los costes aumenten?, absurdo, ¿verdad?.

Por cierto: los trabajadores de la Zona Franca no van a ver congelada su remuneración, sino reducida: igual remuneración a más tiempo de trabajo, pero no se dice así porque es también es feo. Reflexión: si el salario es el precio del trabajo, ¿qué lectura debe hacerse de las reducciones salariales?.

Y quienes dicen que ese: ‘los ajustes salariales’ es el camino para que la economía sea competitiva, al margen de que puede dudarse de que una pérdida del 5% en su remuneración les ocasione un problema insalvable (el porcentaje elegido no es casual), no sé si son conscientes de que cada vez que lo dicen están dando un paso más hacia la mexicanización de la economía española, o catalana, en este caso; aunque, posiblemente, ello sea algo inevitable.

(En Enero la venta de automóviles en España ha bajado, mucho, respecto al 2010 y su Plan 2000E, algo en relación al 2009 y un superporrón respecto al 2008: el 53,9%. Es por el desempleo del factor trabajo, sí, pero también por otra cosa: el 70% de los automóviles se venden a crédito, y hoy no hay crédito, ya, por el desempleo, pero Uds. saben que no es sólo por eso)

(Pues pienso que sí, que el acuerdo social ayer firmado se parece bastante a los Pactos de la Moncloa (en lo económico: hoy es nula la probabilidad de que haya en España un golpe de estado militar). En el 77 la economía española estaba en estado de derribo con una inflación acumulada del 30% debido a los aumentos salariales que se habían concedido a la población a fin de comprar el olvido de esa población a 36 años de dictadura y, así, tener una transición tranquila; pero eso había tenido consecuencias en un entorno internacional a caballo de dos catapúns petroleros.

Entonces España tuvo que demostrar estabilidad para que no se le expulsara del club de los países receptores de inversión extranjera; hoy España debe demostrar que hará los recortes que haga falta para asegurar que va a pagar a quienes le compren la deuda. Evidentemente no es lo mismo, pero se le parece tanto …

Y, bueno, parece ser que a quienes ha de gustar gusta lo que se hace: entonces la inversión extranjera, no sólo se quedó sino que aumentó, ahora la prima de riesgo del reino está bajando, claro que puede volver a subir en cualquier momento: mover unos cuantos miles de millones de un servidor a otro se hace oprimiendo una tecla, mover una fábrica de automóviles de un país a otro cuesta bastante más.

Por cierto, en la puesta en marcha del IRPF que hoy conocemos mucho tuvieron que ver los Pactos, ¿qué nuevos pagos nos deparará este Acuerdo?. Otro por cierto: de aquellos pactos el español medio salió más empobrecido, estos Acuerdos aumentarán una situación que ya es de empobrecimiento).

(Qué casualidad casual: el Martes 1 el Primer Ministro irlandés anuncia elecciones par el día 25 de los corrientes y el Miércoles 2 Standard & Poor’s le pone a Irlanda la lupa encima de la deuda diciéndole que si en Abril las cosas no pintan mejor en el país le baja la calificación: mi lectura: la población irlandesa que vote lo que le de la gana el día 25, pero como el nuevo Gobierno salido de las elecciones se aparte un nanómetro de lo que ya está firmado …).

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

Lacartadelabolsa.com

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