jueves, 20 de enero de 2011

Una de primas

Toda España se sintió orgullosa de sus futbolistas cuando ganaron la Eurocopa de Austria y Suiza. Ese orgullo se multiplicó cuando la selección española consiguió alzarse con el triunfo en el Mundial de Sudáfrica del año pasado. Sin embargo, el capítulo referente a las primas recibidias por el "doblete" no ha sido precisamente edificante.

El cuerpo técnico y los jugadores de la selección pactaron cobrar 250.000 euros del ala con la Federación, siempre y cuando ganaran la Eurocopa. Tras conquistar el título, cobraron esos 250.000 euros por cabeza, pero de ese dinero, la Agencia Tributaria Española no vio ni un solo euro. Como suena. La prima se tributó exclusivamente en Austria, al 20%, debido a un viejo convenio austro-español, que data del año 1966 y que fue ratificado por el General Franco. El artículo 18 del citado convenio, para evitar la doble imposición, reza así: "(...) las rentas obtenidas por los profesionales del espectáculo, tales como los artistas de teatro, cine, radiodifusión o televisión y los músicos, así como por los deportistas, por sus actividades personales en este concepto, sólo pueden someterse a imposición en el Estado contratante donde actúen (..)". Como la selección jugó todos sus partidos en suelo austriaco, la selección se aprovechó la existencia de ese artículo para no tener que declarar en España y ahorrarse una buena cantidad de dinero. Amparados por ese convenio franquista, los internacionales se embolsaron el premio sin hacer constar esos emolumentos en España. La Agencia Tributaria, obligada a mantener la confidencialidad de los datos derivados de las declaraciones de Hacienda, tuvo constancia de la maniobra y supo que la selección no tributó ni un solo euro de esos 250.000, de los que sólo una pequeña cantidad fue a parar a las arcas austriacas. No pudo reclamar, porque el mencionado convenio se ajustaba a la más estricta legalidad.

Alarmado por los rumores que apuntaban a que los internacionales no habían tributado su prima de la Eurocopa en España y con temor de que la historia volviera a repetirse en el Mundial, Izquierda Unida movió ficha. Gaspar Llamazares, portavoz parlamentario de ese grupo, registró en el Congreso una serie de preguntas al Gobierno sobre el asunto de las primas de los internacionales: "¿Hacienda logró recaudar alguna cantidad por la Eurocopa 2008, o todo el dinero tributó fuera de nuestro país?". A día de hoy, el Gobierno aún no ha sido capaz de responder a esa pregunta. La batería de cuestiones fue más allá, y todas estuvieron relacionadas con las cuantiosas y jugosas primas a recibir por el Mundial 2010. Llamazares preguntó si era "habitual que los miembros de cualquier selección española negociaran con una federación como si se tratara de una empresa privada y cómo se traducía esa negociación a la hora de rendir cuentas con Hacienda Pública". También exigió saber si el Gobierno tenía constancia de que la RFEF se hubiera puesto en contacto de forma directa o indirecta con la Agencia Tributaria, porque era necesario saber si Hacienda iba a exigir cuentas a los futbolistas.

Días antes de la disputa del Mundial de Sudáfrica, se hicieron públicas las primas que la selección cobraría en caso de ganar la Copa del Mundo. Los Casillas, Xavi, Silva, Fábregas y compañía sólo cobrarían si conseguían llegar a cuartos de final. Pasar de octavos supondría a la Roja ganar 60.000 euros por cabeza. Alcanzar las semifinales, 90.000 euros. Llegar a la gran final, 120.000 euros. Si España se alzaba con la Copa del Mundo, cada internacional pasaría a cobrar 600.000 euros por cabeza. El premio, muy superior al que ofrecían Francia, Inglaterra o Alemania, alarmó a la sociedad, al entrar en clara colisión con la feroz crisis económica del país. El asunto trascendió las fronteras de España y 'The New York Times' llegó a preguntar a sus lectores si veían ético que esos futbolistas cobraran esas cantidades en un país con cuatro millones de parados. El Consejo Superior de Deportes salió al quite, asegurando que estas primas no salían de las arcas del Estado y que esas partidas las repartiría la RFEF una vez ingresado el dinero de la FIFA. Antes de la disputa del torneo, Izquierda Unida pidió al Gobierno que limitara las primas de la selección, pero su propuesta cayó en caso roto. Por su parte, Esquerra Republicana pidió a los futbolistas que renunciaran a la prima para dar ejemplo contra la crisis. Resultado, agua. Ambos grupos parlamentarios denunciaron en el Congreso que esos 30 millones de euros que se iban a embolsar 24 personas por tres semanas de trabajo era el equivalente al sueldo de mil mileuristas durante todo un año. Nadie quiso escuchar a Izquierda Unida, ni tampoco a Esquerra Republicana.

Las primas que los españoles recibirían eran las más altas de todas las selecciones participantes y eso provocó reacciones en el vestuario. El capitán Iker Casillas salió a la palestra para dar su punto de vista sobre las primas que podrían recibir: "Yo también sufro la crisis. Todos lo estamos pasando mal. Igual no de una forma directa, pero tengo familiares, amigos, primos a los que está afectando directamente. No hay que mezclar." Casillas también dejó caer que los jugadores podrían donar parte de lo que ganaran a una ONG: "Muchos jugadores colaboramos con algunas ONG. Es un tema personal y cada uno podrá hacer lo que quiera". Juan Mata también se significó a respecto: "El grupo está de acuerdo en destinar parte de las ganancias a los necesitados, a través de obras sociales. Es un sentimiento común en la selección". Nadie se preguntó si no habría sido más razonable que la propia Federación fuera la encargada de gestionar esos fondos para obras sociales, en vez de los jugadores. Algunas fuentes comentaron que la idea era que el dinero que se ganara se quedara en África para ayudar a los niños desfavorecidos y se insistió en que la selección colabora en una campaña contra la malaria. Incluso se llegó a publicar que un integrante de la selección, uno de los que menos cobran en su club, había insinuado que se renunciara a la prima como gesto solidario hacia los afectados por la crisis.

Con la Copa del Mundo bajo el brazo, los internacionales se pusieron en contacto con Jorge Pérez, Secretario General de la Federación. En agosto le solicitaron, de manera sorprendente, que la tributación de la prima por ganar el Mundial se hiciera en Sudáfrica, tal y como publicó el diario Marca, el de 8 Enero 2011. La RFEF contestó que esa consulta debía ser elevada al Gobierno y al Consejo Superior de Deportes, que podría mediar en el asunto. Al parecer, Jaime Lissavetzky comunicó que el Gobierno no estaba por la labor y los jugadores pidieron una reunión de urgencia con el CSD formando una comisión negociadora para pedir árnica. Todo, después de haber conseguido no tributar en España ni un solo euro de los 250.000 que cobraron por la Eurocopa. A este respecto, Miguel Ángel Lara, periodista del diario Marca, publicó: "Las primas están pagadas a 22 de los 23 campeones. Los jugadores deben pedir a Hacienda que no les aplique la tributación doble (...) a pesar de que los jugadores han intentado que sólo se les aplicara la tributación que se exige en Sudáfrica, el 15%, la RFEF ha pagado ateniéndose a lo que le ley exige". La frase donde se asegura que los jugadores han intentado que sólo se les explicara la tributación sudafricana provoca una reflexión acto reflejo: Vivir para ver.

En la Eurocopa, gracias a un resquicio legal, los futbolistas de "La Roja" no dejaron ni un euro de su premio en España. Hacienda, consciente de que les habían marcado un gol por la escuadra, no ha querido que la impudicia se repitiera en el Mundial y se mantiene alerta para que los jugadores abonen parte del premio en el fisco de nuestro país. La tributación de la prima mundialista debería ascender a 258.000 euros (el 43%), quedando un neto para el jugador de 342.000 euros. Una parte de los 258.000 euros se debería pagar en Sudáfrica (un 15%, aproximadamente 90.000 euros) y el resto, hasta completar el 43%, tendría que ser declarado en España. Hacienda vigila para que no se repita "lo" de la Eurocopa en un asunto que desde el punto de vista moral, resulta reprobable. Hablamos de deportistas profesionales que perciben unas fichas anuales entre seis y tres millones de euros al año y que en varios casos resultan ser dueños de auténticos imperios del ladrillo, a través de holding empresariales. Los héroes de un país con más de cuatro millones de parados deben pensar que Hacienda no somos todos.

fuente: http://es.eurosport.yahoo.com/futbol/ruben-uria/article/19266/

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