lunes, 3 de enero de 2011

Cómo se construye un reloj de 850.000 euros

En las afueras de Ginebra se ubica la fabrica de relojes de Patek Philippe. Es el centro neurálgico de una firma cuya producción anual se limita a 40.000 unidades.

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La sede de Patek Philippe en la localidad de Plans-les-Ouates en Ginebra (Suiza), donde se fabrican 40.000 relojes al año, conserva el aroma de taller relojero tradicional con la visión de la última tecnología de un laboratorio farmacéutico. Es el proceso de fabricación de sus relojes, que mantiene el espíritu de sus creadores Antoine Norbert de Patek (1839) y Adrien Philippe (1845), el sello de personalidad de esta manufactura de alta relojería, que cuenta con 121 referencias en el mercado (67 modelos de hombre y 54 piezas de mujer).

Del total de la producción, sólo 10.000 unidades corresponden a relojes de cuarzo: aquéllos que llevan pilas y que en su gran mayoría corresponden a modelos femeninos, ya que la mujer suele considerar el reloj como un accesorio al que dedica poco tiempo. El resto de la fabricación son relojes mecánicos, tanto con cuerda manual como automática (una masa oscilante da vueltas y mueve la maquinaria).

Calidad
Es en este ámbito donde la firma vuelca sus esfuerzos para lograr la calidad y la perfección que son el sello de la manufactura más exclusiva de la relojería suiza. En sus 170 años de historia, Patek Philippe ha fabricado menos del 1% del total de relojes producido actualmente por el conjunto de la industria relojera suiza en un año.

Qué hay detrás de un reloj de muñeca que puede llegar a costar 850.000 euros, como es el caso del Sky Moon Tourbillón, su reloj de pulsera más complicado. El desarrollo de un nuevo modelo Patek Philippe puede requerir entre cinco y diez años. En este periodo, los maestros relojeros realizan el prototipo de la nueva pieza. Siempre se trata de dar una vuelta de tuerca a los artículos existentes, incluyendo nuevas complicaciones que, en la práctica, son nuevas patentes. Cada año, la enseña presenta entre cuatro y seis nuevos modelos, que con sus variaciones representan entre 15 y 20 referencias.

Por ejemplo, con motivo de la última novedad de este año, el movimiento crono, la firma ha registrado seis patentes. Los fabricantes de alta relojería mantienen una peculiar batalla por generar nuevas patentes, cuya duración es de diez años. A lo largo de su historia, la innovación de Patek Philippe ha sido reconocida con más de 80 patentes registradas. Una de las principales revoluciones relojeras de la enseña fue la invención de la corona de remontar y puesta en hora en el año 1845.

La corona (la rueda lateral en los relojes) permitió desterrar la llave para dar cuerda a la maquinaría. En 1989, coincidiendo con su 150 aniversario, la firma presentó el reloj más complicado del mundo, Calibre 89.

Proceso
Una vez concebido un nuevo modelo, hay que construir los componentes. Una particularidad de Patek Philippe es que la firma construye todas sus piezas. De media, cada año se fabrican 10 millones de unidades de 7.000 tipos diferentes. La disparidad de piezas se explica por complejidad de sus relojes.

Un reloj medio requiere 360 piezas, aunque el modelo más complicado, Calibre 89, cuenta con 1.728 piezas para dar vida a sus 33 complicaciones. La más sencilla en un reloj es la indicación de la hora, los minutos, los segundos y el día.

Los componentes del reloj se fabrican en latón, alpaca y acero. Prácticamente, todas las piezas son terminadas a mano y se pulen con diferentes acabados –son característicos el pulido de olas, perlas, circular o espirales–, que tienen una función decorativa. Algunas piezas son tan diminutas que el pulido se realiza con el oído. “Por eso, nuestros relojes son iguales, pero no idénticos porque como son hechos a mano, cada uno tiene su personalidad”, puntualiza John Vergotti, director general de Patek Philippe España. A mano, también se graba el sello de la marca –la orden de Calatrava–, una tradición que se mantiene en la industria suiza y que data de 1800 cuando con estos sellos los relojeros trataban de diferenciarse de la competencia.

Como en un puzzle, con todas las piezas la siguiente fase es el ensamblado. Una de las mayores dificultades a las que se enfrentan los relojeros es la fricción de las piezas. Hay que encontrar el término medio y materiales que requieran la mínima lubricación posible. En la zona de encaje de las esferas, el ambiente se asemeja a un quirófano: los trabajadores llevan máscaras y en el nivel de polvo es mínimo.

Legado
Antes de ser entregado a su propietario, cada reloj pasa un estricto control de calidad de más de 500 horas en el que se comprueba el funcionamiento de su mecanismo. La relación del cliente con la marca no termina con la venta del reloj, se puede decir que es entonces cuando empieza. La filosofía de la manufactura, que se ha convertido en lema en su campaña de publicidad internacional, se asienta en el legado. “Nunca un Patek Philippe es todo suyo.

Suyo es el placer de custodiarlo para la siguiente generación”.
La firma mantiene un importante servicio postventa y garantiza la reparación de todos sus relojes con independencia de su antiguedad. El servicio internacional al cliente consta de 60 centros, con más de 220 relojeros cualificados llegándose a realizar más de 45.000 intervenciones al año. Este departamento se divide en modelos actuales (a partir de 1971) y antiguos (entre 1839 y 1970).

Las piezas antiguas (unas 8.000 anualmente) se arreglan en la Ginebra, donde dentro de la fábrica hay una unidad especial con un equipo de relojeros propios cuyo reto es mantener el mayor número de piezas originales. Si es necesario, se fabrica la pieza siguiendo el método tradicional. El objetivo es mantener al máximo el ADN cada reloj.

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