viernes, 12 de noviembre de 2010

El agujero más negro de la economía: el desempleo de larga duración

La alta temporalidad, la falta de formación, los excedentes de la construcción y un subsidio generoso provocaron el agujero más negro de la economía: el desempleo de larga duración

Hace más de un año vimos cómo nuestro país superaba la temible franja de los cuatro millones de parados. El "hasta dónde llegaremos" era una de las preguntas que más acechaba al entonces ministro de Trabajo, Celestino Corbacho. Hoy, con 4,6 millones de parados, España está alcanzando la cima, pero todavía faltan muchos meses para que se comience a crear empleo de forma neta y se rebaje la tasa de paro, situada en el entorno del 20 por ciento de la población activa. La previsión del Gobierno no es nada halagüeña: no será hasta el año que viene por estas fechas cuando volvamos a crear empleo de forma neta.
Las causas

Actualmente, el desempleo es el problema más importante de la economía española. La mayor tragedia es la destrucción de capital humano. Y la forma más fácil de destruirlo es el desempleo de larga duración. Después de dos años de crisis económica, el número de parados por supuesto que ha aumentado, pero también lo ha hecho el tiempo que llevan buscando empleo.

En el tercer trimestre del año, dos millones de personas eran parados de larga duración, es decir, llevaban inscritas en las oficinas del antiguo Inem más de un año. Es más, de este total, más de 800.000 personas llevan apuntadas más dos años.

La fuerte rotación que existe en el mercado laboral no ayuda a que más de dos millones de trabajadores hayan quedado en el olvido.

En definitiva, la crisis dura ya demasiado y provoca que el desempleo se encalle. El estallido de la burbuja de la construcción destruyó un millón de empleos difícilmente recuperables por un sector que en el primer semestre de este año tan sólo finalizó 55.000 viviendas, una de las cifras más bajas de la última década.

Además la reforma laboral llegó tarde y la dualidad del mercado entre fijos y temporales ayudó a que se realizara un ajuste fuerte y barato en el mercado de trabajo, sin respetar cualificación y guiándose sólo por los costes. Es más, la poca flexibilidad de las condiciones laborales hizo que el ajuste se produjera por la vía de los despidos.

Una vez en el desempleo, se solapan dos fenómenos diferentes, el estructural (con una economía boyante se registraba una tasa de paro del 7 por ciento) y el coyuntural.
No se incentiva la búsqueda

El sistema actual de desempleo no incentiva la búsqueda de trabajo. Y la poca movilidad geográfica, sectorial e incluso salarial hace que el parado no acepte cualquier oferta de trabajo, mientras no tenga problemas económicos, es decir, mientras reciba la prestación.

"Esto genera un círculo vicioso. Cuanto más tiempo se permanece en el desempleo, más tiempo cuesta reincorporarse al mercado", explica Gregorio Izquierdo, director del Gabinete de Estudios del IEE. Los trabajadores no están dispuesto a tirar por la borda su experiencia y especialización y cambiar de sector, pero, por otro lado, si son muy rígidos y permanecen mucho tiempo esperando un empleo también pierden capital humano, explica Izquierdo.

Asimismo, para las compañías, un persona que lleva mucho tiempo en el paro se estigmatiza como demasiado rígido. Las empresas tienen más oferta de trabajadores y exigen más cualificación por una menor retribución.

Así las cosas, hay dos periodos clave para la búsqueda de empleo: "Los parados suelen encontrar trabajo bien cuando llevan un periodo breve de tiempo o bien cuando están a punto de consumir la prestación económica", destaca el profesor del IEE.

Para Emiliano Carluccio, economista del Instituto Flores de Lemus , "el sistema de cobertura de desempleo es plano". El Estado ofrece la misma cuantía durante dos años, lo que garantiza al parado unos ingresos estables. Además, el sistema no incluye sanciones por permanecer demasiado tiempo inscrito al Inem. Tan sólo existe un escalón en la prestación: los primeros 180 días, el desempleado recibe el 70 por ciento de su salario anterior y, a partir del día 181, empieza a percibir el 60 por ciento. Además, cuando se le agota la cobertura, puede solicitar el subsidio de paro e incluso acto seguido se puede beneficiar del programa temporal de protección por desempleo e inserción (Prodi), la ayuda de los 426 euros.

En conclusión, una persona desocupada puede permanecer tres años sin trabajar, percibiendo algún tipo de renta de empleo.

No obstante, en la mayoría de los casos, la prestación o los subsidios no cubren las necesidades de financiación de las familias, todavía muy endeudadas. Esto provoca que la tasa de actividad continúe incrementándose y no se aprecie el sentimiento de desánimo en la búsqueda de empleo, muy presente en las crisis anteriores. Por tanto, crece la población activa y con ella la tasa de paro.

El paro de larga duración no sólo es causado por el desempleado y por su rigidez para adaptarse a nuevos trabajos, también se agudiza cuando "una crisis no es gestionada de forma eficiente, tal y como está pasando", explica Izquierdo.
Un freno para la economía

Además, el paro de largo recorrido no es simplemente una consecuencia de la crisis económica, sino también una causa de la ralentización de la recuperación económica. En el ejercicio de 2010, el desempleo costó más de 30.000 millones de euros y para 2011 este coste todavía sigue en pie, según el proyecto de Presupuestos Generales del Estado.

Para Gregorio Izquierdo, el paro frena la recuperación económica, no sólo por su coste, que supone un 3 por ciento del PIB, sino porque se profundiza el riesgo de perder capital humano y productividad.

Sin embargo, en la recuperación del empleo, dejando a un lado la falta de crecimiento económico, el mercado laboral puede ajustarse en términos salariales. No obstante, "los salarios nominales no van a caer", explica Carluccio. Por tanto, "la solución sería incrementar la productividad, pero para ello hay que hacer más inversión y las empresas están demasiado endeudadas y no tienen acceso a crédito", añade. Así que, sólo cabe esperar a que caigan los salarios reales sin revalorizarlos.
Formación, esencial

Para poner fin al desempleo de larga duración "es fundamental formarse", afirma José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España. Todavía no se crea empleo, al menos en tasas desestacionalizadas, pero el sistema tampoco contribuye a que se adapte la oferta y la demanda, una cuestión que agilizará la reincorporación de los parados cuando llegue la recuperación económica.

La cualificación acelarará la recolocación y rebajará el coste del desempleo. "La formación da flexibilidad y posibilita buscar empleos en más ámbitos", afirma Carluccio. Sin embargo, ¿qué sucede con los jóvenes universitarios que también sufren el paro de larga duración? En los últimos tres años, la cifra de parados con cualificación universitaria, que llevan más de un año buscando empleo, se ha multiplicado por seis, desde los 30.000 en el primer trimestre de 2007 hasta los 180.000, según la última EPA del tercer trimestre de 2010. Uno de los mayores déficit de nuestro sistema es que la universidad continúa sin adaptarse a las necesidades empresariales.

Según Campuzano, "no hay una salida rápida, todavía se tardará mucho tiempo en que la economía se recupere y se vuelva a crear empleo". Pero, para el experto, es fundamental modificar las políticas activas de empleo, que es una de las reformas prioritarias del Ejecutivo. El Ministerio de Trabajo realiza hoy la primera reunión con los sindicatos para configurar el nuevo sistema que se prevé que esté listo para el mes de enero, antes de que se distribuya la partida de empleo a las autonomías.

En esta reforma, lo prioritario es hacer eficiente la intermediación entre los trabajadores y las empresas. Reciclar el currículo de los desempleados y adaptarlo a las necesidades de la economía. Según la línea base que el Ministerio presentó el pasado viernes en el Consejo de Ministros, el cambio se centrará en transformar los programas de empleo, reducir las bonificaciones a la contratación, incrementar la eficacia del sistema de formación, incorporar las agencias privadas de colocación al sistema público. En definitiva, transforma el sistema para poder atender a los parados de "uno en uno", según palabras del ministro.

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